La huelga general que tuvo lugar ayer en Portugal, convocada por los dos principales sindicatos del país en protesta por las medidas de austeridad impulsadas por el Gobierno de Pedro Passos Coelho, tuvo un seguimiento dispar en los diferentes sectores.

Así, el paro fue mayoritario en el transporte terrestre, aéreo y fluvial. No hubo apenas servicios de ferrocarril o autobuses, se cancelaron 121 de los 140 vuelos programados por la aerolínea lusa TAP y los barcos de pasajeros por el río Tajo permanecieron amarrados.

El seguimiento de la huelga en el sector de la Sanidad se aproximó al 50% de los trabajadores del hospital Santa María de Lisboa y el total de la plantilla en los hospitales de otras ciudades como Covilha, Coimbra, Guarda, Seia y Lagos.

Respecto a la incidencia en la Administración Pública, se vivió el habitual baile de cifras entre los convocantes y el Ejecutivo. Joao de Deus, presidente de la Unión General de Trabajadores (UGT), afirmó que la huelga «está teniendo más impacto» que la de hace un año, cuando según los sindicatos se sumaron a la misma cerca del 75 % de los trabajadores.

Las cifras del Gobierno apuntaron a una repercusión mucho menor, ya que sólo 12.800 de un total de 355.305 empleados (3,6%) habían secundado el paro.

La guerra de los datos también se extendió a otros sectores como la educación, con decenas de centros que no abrieron pero muchos otros que funcionaron con normalidad. Al parecer, la incidencia fue escasa en el comercio y la actividad de las empresas privadas.

Manuel Carvalho da Silva, secretario general de la Confederación General de Trabajadores Portugueses (CGTP), consideró que la huelga ha sido un «triunfo» de los trabajadores y habló de una «enorme» adhesión.