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PRESUPUESTOS Y FISCALIDAD

Una jugada del PP que pretende reeditar el esquema de la transición del 78

Iñaki IRIONDO

Resulta inteligente la jugada del PP. Sin necesidad de quemar la calculadora ni utilizar la máquina del tiempo, ha interiorizado ya dos realidades que se le vienen encima en cuanto se convoquen las próximas elecciones autonómicas: una es que la izquierda independentista va a entrar pisando fuerte en la Cámara de Gasteiz; la otra, inherente a ésta, que la las fuerzas unionistas no va a llegar a sumar una mayoría de gobierno en unas cuantas legislaturas. Y Antonio Basagoiti ha comenzado ya a mover sus peones.

El acercamiento del PP al PNV en Bizkaia tiene mucho de inversión de futuro con la vista puesta en Gasteiz, pero también en Madrid.

En el ámbito autonómico, el PP presenta su candidatura a ser el apoyo que garantice «el orden». Aunque el resultado de las próximas elecciones nos es desconocido y está sujeto a múltiples variables, hoy por hoy todo indica que el PNV y el independentismo de izquierda estarán muy cerca el uno del otro y, entre ambos, sumarán una mayoría aplastante en la Cámara. Eso genera una situación de enorme peligro para Madrid, pero también de gran vértigo para un sector sustancial del PNV que siempre preferiría encontrar una salida a tener que gobernar con una izquierda abertzale que le tratara de tú a tú. Y ahí es donde llega el «socio» Antonio Basagoiti, para salvar a la CAV de que «la dominen extremistas y radicales», y de paso obtener también algunos logros presupuestarios o de otros ámbitos de la gestión, como con el acuerdo cerrado en 2009 con el PSE. Que el PP hará la oferta al PNV se da ya por seguro. La respuesta que obtenga de Sabin Etxea se puede anticipar con algunas de las declaraciones que hizo ayer Iñigo Urkullu.

Pero el movimiento del PP y la «generosidad» de Antonio Basagoiti no están exentas de una intencionalidad de Estado. Antes o después, el Gobierno de Mariano Rajoy tendrá que afrontar el afianzamiento del proceso de paz y la resolución del problema territorial que tiene España tanto con Euskal Herria como con Catalunya. Y en ese contexto se adivina ya una estrategia como la puesta en marcha en 1978, al inicio de la transición: tratar de tener contento al PNV (y habrá que ver si también a CiU) para que ejerza de cortafuegos que impida el avance del independentismo.

Esa será la pretensión del Estado, otra cosa es qué actitud vaya a tomar el PNV.

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