GARA > Idatzia > Kultura

María Bayo: «El límite de un músico debe ser la imaginación»

La soprano navarra María Bayo fue galardonada ayer con el premio Eusko Ikaskuntza-Caja Laboral de Humanidades, Cultura, Artes y Ciencias Sociales por su arduo trabajo de recuperación del patrimonio musical, su presencia en los escenarios más importantes del mundo y su esfuerzo por ampliar el género en sus conciertos y recitales.

p049_f01_199x104.jpg

M. LARRINAGA | DONOSTIA

«Llama la atención su cercanía y humildad», dijo Josu Zabala, rector de la Universidad de Arrasate, a la hora de presentar a la premiada este año por Eusko Ikaskuntza, María Bayo. «Uno de los aspectos que sin duda merecen ser destacados de la trayectoria de la premiada es la labor de recuperación del patrimonio musical», quiso subrayar Iñaki Esparza, rector de Uned.

Todo fueron elogios para María Bayo, nacida en Fitero, y ayer denominada «navarra universal», quien no pudo contener las lágrimas de emoción y tuvo que ayudarse de un pañuelo para mantener la compostura. Elogios a su extensa carrera -han pasado más de treinta años desde sus comienzos-, a su interés por rescatar a compositores olvidados, a su labor como embajadora de Unicef... Ella, por su parte, no pudo más que agradecer el premio, todas las palabras que le dedicaron y mostrar un poquito de lo que ella llamó «la trastienda del artista».

En primer lugar, quiso destacar la incesante labor de aprendizaje que los artistas deben llevar a cabo comparándolo con los viticultores de su Erribera navarra materna. Al igual que los viticultores han aprendido las drásticas podas de racimos para sacar determinado grado de las uvas, los artistas tienen que aprender, «y, sobre todo, estar abierto a las nuevas tendencias que prometen mejoras», porque, tal y como dijo, «en el arte como en el amor, lo que no avanza, retrocede».

Fitero, Iruñea, Detmold

María Bayo Jiménez nació en Fitero en 1958. Realizó sus estudios musicales en el Conservatorio Pablo Sarasate de Iruñea, pero tuvo que abandonar su tierra para perfeccionar y amplió sus estudios en la Hochschule für Musik Wstfalen Lippe en Detmold, Alemania.

Ayer no quiso olvidar a los maestros de su niñez, a Edurne Aguerri, una donostiarra que estudió en Madrid y Siena. «Antes que la técnica, lo primero que nos inculcaba era que, para llegar a cantar, no bastaba con una bonita voz, que era fundamental el trabajo y la disciplina». Y todo ese trabajo y disciplina la ha llevado a grandes escenarios por todo el mundo interpretando papeles totalmente diferentes los unos de los otros. «La música es inabarcable (...) está viva, evoluciona y admite nuevas lecturas, más modernas», explicó la soprano, «el límite del músico debería estar en la imaginación», añadió. Además, Bayo experimenta con la música, porque, según dijo, «cuantos más estilos se aborden, mejor se comprenderá la evolución estética; barroco, clasicismo, romanticismo, verismo...».

Respecto a su defensa del repertorio local, Bayo explicó que su «obligación moral es defender y contribuir a la divulgación por todo el mundo de nuestro patrimonio cultural», y es por eso que en sus conciertos y recitales siempre guarda la segunda parte para interpretar a Guridi o a Arambarri. Incluso ha cantado en euskara, idioma que no habla.

«Diva de verdad»

Los intérpretes de ópera a menudo han sido tachados de divos y Bayo no quiso dejar pasar la ocasión para hacer una defensa de los «divos de verdad». Y es que, en su opinión, hoy en día el concepto divismo está mal empleado. «Lo más importante es servir a la Música, y no servirse de ella», dijo, y es ese detalle el que diferencia a los verdaderos artistas, a los «divos de verdad», de aquellos que se comportan «como tales, pero no lo son».

Y, para finalizar, animó a los oyentes más reticentes «a que prueben a asistir a una función», ya que, según Bayo, no todas las óperas son igual de atractivas en una primera escucha (...), pero la ópera es una experiencia enriquecedora».

PREMIADOS

En la entrega del premio a María Bayo, también asistió Maïté Lafourcade, quien fue premiada en 2006. Además de ambas, también han recibido el galardón Nestor Basterretxea (2005), Bernardo Atxaga (2002) o Eduardo Chillida (1999).

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo