Raimundo Fitero
Doce minutos
Según la reglamentación europea, todas las cadenas de televisión de su ámbito, sea de la titularidad que sea, privadas, públicas, institucionales, de organizaciones, equipos de fútbol o partidos políticos, de cada hora de emisión, solamente pueden utilizar doce minutos para publicidad. De un bloque, o repartido en varios cortes. Pues bien, una sentencia emitida por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, condena al Estado español por permitir a todas las emisoras saltarse a la torera la legislación actual que se conoce como Televisión sin Fronteras, que procura poner un poco de orden y concierto en el uso de las señales televisivas con la intención, en un principio, de proteger al usuario. Los reglamentos estatales no coinciden porque las televisiones mandan demasiado y con gobiernos melifluos no se pueden cumplir con las normativas comunitarias, y de ahí los conflictos y las denuncias.
Según este organismo, se saltan los límites, no solamente en el minutaje convencional, sino con la inclusión dentro de los programas de publicidades que deberían computarse, como son esos publirreportajes que presentan los conductores o los anuncios estáticos, o los que patrocinan programas de cocina y un larguísimo etcétera que todos podemos presenciar constantemente en todo tipo de programación, incluidas series, que nos señala una vez más que esa sensación que tenemos de agobio, de presión publicitaria es fruto de una realidad constatada, de una estrategia de las cadenas, porque resulta ser que los anunciantes están de acuerdo con la sentencia europea.
Y aquí hay que matizar, se sabe que un telespectador saturado de anuncios, huye de ellos, se los salta, le da al mando a distancia, se crea un efecto de rechazo que les hace perder eficacia y que la inversión se pierda en el cabreo. Se ponen de acuerdo con algunas de estas asociaciones de telespectadores que también reclaman el cumplimiento de este reglamento europeo que si bien no es una solución total, sí es un buen alivio, porque en ocasiones los cortes publicitarios son tan largos que te inducen al abandono, no solamente de los anuncios sino del programa, serie o película que se estaba visionando.