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Análisis | Tensión en la Iglesia de Bizkaia

La biología juega a favor de las tesis restauracionistas de Iceta

Las noticias sobre las tensiones en el seno de la Iglesia vizcaina no dejan de fluir, a pesar de que desde los círculos cercanos a Mario Iceta se traten de silenciar. Las trabas a una conferencia del teólogo Torres Queiruga y algunos nombramientos han sido los últimos episodios. Mientras, el obispo aguarda a que la biología haga su trabajo entre los críticos.

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Agustín GOIKOETXEA

El obispo de Bilbo, Mario Iceta, ha convulsionado a la Iglesia vizcaina al poner obstáculos a la conferencia de un teólogo progresista, en su defensa los sectores más conservadores de la diócesis que toman una postura beligerante hacia una mayoría condenada al ostracismo.

Con un mayor o menor grado, la tensión se encuentra instalada en el seno de la Iglesia católica de Bizkaia desde que Mario Iceta fue consagrado hace algo más de un año obispo. Cada movimiento del prelado, estudiado al milímetro pero de calado, muestra la deriva teológica de la Iglesia hacia las tesis más conservadoras y cómo a quienes apuestan por un modelo más próximo a las personas, respaldado por una mayoría que quienes conforman la comunidad diocesana, no tienen futuro alguno por la imposición de la jerarquía tanto local como vaticana.

Primero se actuó en el seminario, designando a un rector cercano a Mario Iceta tras alguna que otra pirueta de índole normativa, y ahora el objetivo es el Instituto Diocesano de Teología y Pastoral (IDTP). Durante su episcopado, Ricardo Blázquez trató de restar autonomía a este centro que cuenta con un prestigio ganado con los años y que como tribuna de pensamiento teológico abierto choca con el control que pretende imponer Iceta sobre el complejo entramado institucional de la Iglesia vizcaina. No hay espacio para tesis alejadas de los dogmas que rigen la Santa Sede.

La primera medida ha sido prohibir y, después de las protestas, restringir el acceso a la conferencia que el 16 de febrero de 2012 va a ofrecer en el IDTP el teólogo gallego Andrés Torres Queiruga dentro del programa abierto del centro. El profesor de Teología Fundamental en el Instituto Teológico Compostelano y de Fisolofía de la Religión en la Universidad de Santiago de Compostela es un pensador incómodo para la jerarquía eclesial, ya que es muy crítico con las teorías oficiales de Roma y de la Conferencia Episcopal Española de Rouco Varela.

El IDTP, que nació en 1980 siendo obispo Luis María Larrea, ha buscado en estos 31 años impulsar la reflexión teológica-pastoral y promover la formación permanente de los presbíteros. Al frente se encuentra Javier Oñate, uno de los rostros públicos del Foro de Curas de Bizkaia creado a raíz del desasosiego que generó en el clero el nombramiento de Iceta como pastor de los católicos vizcainos.

Otra voz discrepante es la del ex profesor de Teología en la Universidad de Deusto Javier Vitoria, que apuntó en un artículo hace dos semanas que desde la época de Pablo Gúrpide era la primera vez que un obispo impedía la presencia de un teólogo en la diócesis. «Nadie que quiera hoy pensar cristianamente el problema del mal y abordar sin fundamentalismos la cuestión de la teodicea debiera ignorar sus valiosas aportaciones. Prohibir su presencia entre nosotros -destacó- sólo puede ser fruto del error, de la ignorancia o de la falta de libertad para desoír las recomendaciones que seguramente proceden de la cúpula episcopal española. La otra hipótesis, la del pensamiento intolerable, prefiero no tenerla en consideración».

La intervención sobre el IDTP no se limita a la conferencia de Torres Queiruga, ya que también se han hecho requerimientos a reconducir el Instituto «a una posición más centrada». Vitoria considera que «cuando un obispo confunde el centro con la derecha, irremediablemente deja fuera de la comunión a un grupo importante de miembros de la comunidad cristiana» y que lo único que se oculta tras las maniobras de Iceta y su equipo es la censura.

La reacción más colectiva a la decisión del prelado ha corrido a cargo de la Comisión Permanente del Foro de Curas de Bizkaia, que dijeron verse «en la dolorosa obligación de denunciar como impropio de un obispo católico» el veto. Además, criticaron la manera empleada y la «contradictoria» información que facilitó Iceta en el Consejo Pastoral Diocesano, que estimaron que «son una señal más del proceso restauracionista al que sirve y en el que estamos inmersos».

Llueve sobre mojado pues los sacerdotes críticos insisten en que Mario Iceta y su homólogo guipuzcoano, José Ignacio Munilla, rechazaron la posibilidad de crear un seminario interdiocesano en Gasteiz. El prelado vizcaino lo desmintió públicamente y desde la Comisión Permanente se insiste en su veracidad, lo que hace también que manifiesten su preocupación por «una creciente desconfianza sobre las informaciones que facilita» Iceta Gavicagogeascoa.

Desde sectores neoconservadores se ha reaccionado al unísono, arremetiendo contra los críticos y los medios de comunicación que se han hecho eco de sus reflexiones. Se trata de una «técnica de protección» hacia la figura del obispo, que se ha agudizado con el «caso Torres Queiruga», mientras desde la Comisión Pemanente del Foro de Curas se pone el acento en que este asunto «es una inquietante señal de un problema de comunión, provocado por quien tiene la responsabilidad de garantizar la unidad en los fundamental, la libertad en lo opinable y, en todo, la caridad».

Defensores del cambio de rumbo en la Iglesia vizcaina, y por extensión en la vasca, defienden la postura del obispo y su equipo. Son conscientes de que la biología inexorablemente mermará a los críticos, en una Iglesia que tan sólo atrae a ultras y amantes del boato.

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