Los Verdes buscan su propio espacio en el cambiante paisaje político alemán
Desde el pasado viernes, los Verdes alemanes están reunidos en Kiel para prepararse para las elecciones generales previstas para 2013. Los sondeos les auguran hoy sólo un 14% de apoyo, después de la gran subida que les supuso Fukushima. Hay bastantes incógnitas a resolver.
Ingo NIEBEL | COLONIA
Desde el pasado viernes, los Verdes alemanes están reunidos en Kiel para posicionarse ante las elecciones generales previstas para 2013. Hay bastantes incógnitas a resolver aún.
Sólo una cosa está clara: el congreso terminará a tiempo hoy, domingo, porque su Ejecutiva Federal no se puede perder el tren que este fin de semana está llevando por última vez residuos nucleares al depósito provisional de Gorleben.
Sería muy malo para la imagen de los ecologistas que los manifestantes no pudiesen retener al transporte atómico hasta que llegaran los copresidentes de la formación, Cem Özdemir y Claudia Roth.
A principios de año, nada menos que la propia canciller Angela Merkel (CDU) fue quien les robó su principal razón de ser, al declarar repentinamente la salida inmediata de Alemania de la energía nuclear como consecuencia de la catástrofe de Fukushima. A raíz de aquel desastre, los ecologistas han vivido un auge que les ha hecho entrar por primera vez en todos los hemiciclos regionales y que incluso les situó por delante del Partido Socialdemócrata (SPD).
Baden Württemberg
En la cima de esta evolución, los Verdes obtuvieron más simpatías que el SPD en las encuestas. Como muestra de su nueva popularidad sirve el hecho de que desde la primavera estén gobernando junto con los socialdemócratas el estado federal de Baden Württemberg, que durante décadas había sido un feudo de la CDU. Pero desde entonces el partido de Özdemir y Roth ha vivido una constante caída en los sondeos que lo ubican en sólo 14 puntos, lejos de poder formar un nuevo bipartito con el SPD en Berlín. Su retroceso aún puede seguir si este domingo el referéndum, que se celebra en Stuttgart contra la polémica macroestación subterránea, obligara al ministro-presidente verde Winfried Kretschmann a realizar el proyecto.
En este contexto, los Verdes se han congregado en Kiel para ocuparse de los temas que hasta ahora no han sido «los suyos». En primer lugar están la economía y la crisis financiera; en segundo, el futuro de la UE.
Mientras Merkel maneja la situación con su homólogo galo Nicolas Sarkozy a puerta cerrada y en solitario, con un permanente «Nein» (no) a los eurobonos, los Verdes dicen «Ja» a lo que llaman «los Estados Unidos de Europa», es decir a la «unión de las transferencias» y, por lo tanto, a la «socialización» de las deudas públicas entre todos los estados miembro de la UE. Con esta perspectiva no están solos porque desde la segunda línea el ex canciller Gerhard Schröder (SPD) y su ex ministro de Relaciones Exteriores, el verde Joseph Martin Joschka Fischer, están pensando en voz alta lo mismo.
Para personificar su política europea, los Verdes han invitado al ex presidente griego Yorgos Papandreu, quién preguntó retóricamente: «¿Si no estamos haciendo la Europa para los ciudadanos, para quién la estamos haciendo?» La contestación se encontraba detrás de él, en el lema del congreso, que dice «Respuesta: verde». Papandreu ve el futuro de su país en la energía ecológica. Los delegados le despidieron aplaudiendo de pie.
La visión europeísta de sus anfitriones prevé la regularización de los mercados financieros, impuestos europeos, más competencias para el Parlamento Europeo y una constitución tanto para la UE como para Alemania. Estos planes obedecen a una visión del mundo muy común entre Verdes y SPD, pero no a los temores que muchos alemanes tienen por sus ahorros e ingresos. Merkel los tiene en cuenta, a pesar de las críticas que recibe desde dentro y fuera por sus juegos tácticos, pero será por eso que ella sube en la encuestas y los Verdes no. Sin embargo, puede ser que ambos se necesiten comos socios para formar gobierno en 2013.
Este año, Los Verdes se han beneficiado de un cambio en la opinión pública alemana con respecto a la energía nuclear, sobre todo tras el accidente de Fukushima. Lograron tasas de popularidad superiores al 20%.