Antonio ALVAREZ-SOLÍS Periodista
El valor de las formas
El Sr. Rajoy ha dicho, a propósito de su respeto al rey como primero en saber cual será su Gobierno, «que las formas hacen Estado». La frase me parecería admirable si realmente tuviera un contenido más amplio y más profundo. Se trata de crecerla más allá del protocolo y ajustarla a una gobernación verdaderamente democrática. Porque ahí está fallando el nuevo jefe del Gobierno. El Sr. Rajoy, por ejemplo, se ha negado a entrevistarse con los dirigentes parlamentarios de Amaiur en el curso de sus reuniones con distintos líderes políticos. Habría que decir al político gallego que cuando se alcanza el poder todas las ideas han de ser consideradas y todos los diputados han de tener idéntico trato como gestores populares, aunque sea protocolario. La democracia ha de funcionar sobre ese suelo o se arriesga el arruinarla en los primeros pasos.
Es curiosa la resistencia española a comportarse democráticamente. Eso de ser par entre pares no acaba de asentarse nunca en la política de este desgraciado país, hecho de rencores y violencia, de ruda torpeza. La tendencia a volver enrevesado lo fácil constituye una ley intelectual en España y revela unas preocupantes entrañas fascistas en la españolidad. En el ámbito de lo colectivo el Sr. Rajoy destila una ruralidad elemental y peligrosa. Una ruralidad de propietario de finca, cuyos habitantes sólo aspiran a tener un amo clemente. De Franco dijo hace poco un dirigente «popular» que el periodo franquista se caracterizó por su «placidez». Quizá sea porque la libertad española se agota en el botellón o en los incendios forestales. El tiempo que se inicia va a ser muy duro. A los vascos sólo les va a salvar su propia decisión de ser libres. Lo otro seguirá siendo una época de trilla.