bobadas alpinas
Nada
Kike DE PABLO Alpinista
Según se cuenta en el lugar web Kairn.com, dedicado a temas de montaña, el 30 de octubre de 1610 el astrónomo Johannes Kepler preparaba un regalo para Wackher von Wackhenfelds, su amigo y protector en la corte de Rodolphe II, acompañado con el texto: «Sé muy bien cuanto ama usted la Nada… Cualquier objeto que pudiera usted considerar evocador de la Nada… Es preciso que sea de poca importancia, pequeña talla, precio mínimo y que sea efímero, es decir, que sea casi Nada» .
Ese regalo que preparaba era… un copo de nieve. Para Johannes Kepler se trataba de un «objeto cosmopoético… fabricante del mundo», sin duración, pero con la permanencia del cosmos, mientras iban cayendo ante sus ojos por las calles de Praga. Esa Nada era el Todo.
Y me va pasando ya como al recién entronizado Don Mariano, tanto hablar para no decir nada. Esta materia voluble y díscola, hoy líquida, mañana sólida y cuando quiere gaseosa, esto es lo que trae a mal traer a las estaciones de ski de los Pirineos y los Alpes, que ven retrasados sus comienzos de temporada anta la falta de estos maravillosos cristales, un universo en sí mismo, pero ¡ay! ¡tan efímeros! y más en estas suaves temperaturas del mes de noviembre.
Las lesiones de cervicales se extienden ante la costumbre de mirar al cielo, y en los Pirineos se consuelan con que en los Alpes las cosas van, si no igual, peor. «Hay una tormenta de cielo azul», dicen en Chamonix, o recuerdan el viejo dicho del alpinista vago o poco presto: «Amenaza buen tiempo». Es hora de que se preocupen en Europa y manden… nevar.