De recurrentes que son los tópicos en el mundo deportivo, a menudo terminan por crear falsas impresiones a base de ser repetidos hasta la extenuación. Como a todo buen genio que se precie, a Martínez de Irujo su personalidad le ha labrado una imagen de pelotari imprevisible e irregular, una impresión que choca brutalmente con un palmarés y una trayectoria que lo convierten en el pelotari más regular en cuanto a resultados de los últimos años.

«Para muchos soy un pelotari fallón, capaz de lo mejor y de lo peor, que tengo mala cabeza y, según se dice por ahí, yo mismo tiro los partidos... Pero, joder, voy a jugar 14 finales, tengo 9 txapelas y puedo ganar la décima. Así que poco de irregular veo yo ahí. Todos los partidos no se pueden jugar al 100%, siempre hay alguna cosa u otra. En esa final que perdí con Aimar en 2005, ganando 15-6, tenía el dedo roto y tampoco se puede hacer milagros. La gente decía que me salí del partido, que no supe ganarlo, pero hay que ver todo», reivindicó el de Ibero ante la solicitud de GARA de recordar su trayectoria ante la que puede ser la txapela que redondee un palmarés de ensueño.

Los números, desde luego, se encargan de dar la razón al pelotari de Aspe que, en un panorama profesional con más pelotaris capaces de ganar txapelas que nunca, no sólo posee el palmarés en activo más completo, sino que además muestra una línea espectacularmente regular. La del Cuatro y Medio de 2011 será su 14ª final en poco más de 8 años y medio de profesional, es decir, mucho más que una por temporada (1,6), aunque hay otro dato que quizá no sea tan brillante, pero desmonta por completo el mito del Irujo poco consistente.

Y es que, de los últimos diez grandes campeonatos disputados, el vigente campeón del Cuatro y Medio ha llegado a la final en siete de ellos, y sólo se ha quedado fuera de las semifinales en uno, el Manomanista de este año, en el que cayó 22-18 ante Aimar Olaizola en cuartos, en un partidazo al que llegó muy justo de manos. «Hay que tener en cuenta cómo llegué a ese partido, venía arrastrando problemas en la mano desde bastante antes. Yo estoy contento conmigo mismo, con el palmarés que llevo, y a ver si en los próximos ocho años puedo jugar otras tantas finales. Eso es lo que me planteo. Al final, lo que dice la gente, si te insisten y te insisten, sí que te puede llegar a mosquear un poco, pero tienes que pasar un poco», agregó.

Cada vez más exigente

Estos números adquieren una especial relevancia teniendo en cuenta las características de la pelota, una especialidad que se se juega con las manos y en la que los primeros espadas -como el de Ibero-, en el mejor de los casos, tienen una semana de vacaciones durante todo el año, ya que la competición nunca descansa. «Es difícil, porque antes en verano te relajabas un poco más, porque jugabas partidos en los pueblos, ibas a que la gente se lo pasara bien, pero ahora todo son torneos y competición y es exigente hasta en verano. Todo el año bien no se puede estar, pero es lo que se intenta. Pero tampoco nos vamos a quejar, que somos deportistas, a mí lo que más me gusta es jugar a pelota, y vivo de ello. Pero en deporte estar siempre al 100% es imposible», concluyó.