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«Mi meta es debutar en Primera y con la camiseta del Athletic»

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Ismael López

Ex-cachorro y jugador del CD Lugo

El Athletic lo captó en Tajonar cuando contaba 14 años, fichaje que enturbió para siempre las relaciones entre Osasuna e Ibaigane. Campeón europeo y subcampeón del mundo sub'17 al lado de los Bojan Krkic, De Gea y Thiago Alcántara, a esa edad dio el salto al Bilbao Athletic. Era una de las grandes promesas de Lezama. Hoy, milita con éxito en el CD Lugo de Segunda B. Su meta, volver a «su» Athletic.

Joseba VIVANCO

El debut con el Athletic de un cachorro criado en Lezama es siempre motivo de satisfacción, porque llegar arriba está al alcance de muy, muy pocos. Jonás Ramalho lo acaba de lograr, aunque lo difícil no sea tocar el cielo, sino mantenerse en él. Pero muchísimos otros, incluidos aquellos con enormes expectativas, se quedan por el camino. El navarro Ismael López Blanco (Iruñea, 1990) es uno de los ejemplos más evidentes. La prueba de que aun teniéndolo todo para triunfar, nada te garantiza llegar. Al menos, de momento. Prometedor cadete, enorme juvenil, en sus tres desiguales campañas en el filial rojiblanco disputó 81 partidos de liga y selló 15 goles. Lezama le dio y le quitó. Después de salir del club bilbaino en el verano de 2010 -el Athletic tiene opción de repescarlo en 2012-, desde Lugo, echa la vista atrás y habla sin tapujos.

¿Cómo está resultando la experiencia en Lugo?

Pues, de momento, todo perfecto. La ciudad es muy acojedora, pequeña, pero tiene todo lo necesario y la gente está volcada. He tenido la suerte de recalar en un equipo muy familiar, en el que todos, aparte de compañeros, somos amigos. Creo que es un magnífico club, tanto deportiva como humanamente.

¿Cómo recaló en Galicia?

Al acabar la temporada en Zaragoza me propusieron seguir en las mismas condiciones, entrenando con el primer equipo y jugando, en principio, con el filial y esperar alguna oportunidad arriba. La verdad es que no me convencía la idea. Tuve ofertas de otros filiales importantes de 2ª B, pero bueno, lo dicho, me apetecía más cambiar de aires.

¿Qué tal el paso por Zaragoza?

Creo que puedo estar satisfecho. Llegué bastante desanimado después de lo ocurrido en mi último año y medio en Lezama, y en poco tiempo, con la ayuda del entrenador, Emilio Larraz, y de mis compañeros volví a tener ilusión por levantarme cada día para entrenar y volví a coger confianza en mí mismo. Jugué todo el año y volví a sentirme importante jugando al fútbol.

Echemos la vista atrás. Llega a Lezama en edad cadete. Seguro que no fue fácil.

Claro que fue duro. Dejar a tu familia y a tus amigos de toda la vida con 14 años cuesta, pero tenía claro cuál era mi objetivo desde pequeño y cuando se me presentó la oportunidad de poder ir a un club como el Athletic, no lo dudé. La verdad es que me reuní con Osasuna para comentarles la situación y no pareció importarles mucho mi decisión, porque para ellos era un buen jugador cadete, pero por el que tampoco merecía la pena apostar deportivamente, cosa que sí me ofrecía el Athletic.

Aquello marcó un antes y un después entre Athletic y Osasuna.

Pero no entendí la posterior reacción de Osasuna. Ellos quisieron vender la historia de que mis padres me habían ofrecido al Athletic, cuando eran éstos quienes llevaban llamándome un par de años; dijeron que me iba por dinero, pese a que sólo recibía la misma ayuda económica que todos los demás compañeros que llegaban de fuera... Sólo me fui porque el Athletic, a través de Koldo Asua, apostó muy fuerte deportivamente por mí y porque el ir a Bilbao y ver el sentimiento que hay, la afición, todo... No lo dudé...

¿Qué tal fue la adaptación?

Me adapté rapidísimo a la ciudad, a la residencia, al club, al colegio. Tuve suerte porque di con un entrenador como Edorta Murua que me ayudó mucho, me exigía mucho también, pero sabía cómo hacerlo, y con un grupo de compañeros espectaculares. Tenía también la figura de Koldo Asua, siempre que lo necesitase cerca de mí, así que sentía que haber fichado era lo mejor que podía haber hecho.

A partir de ahí, una ascensión meteórica por todas las categorías...

Todos los recuerdos de la primera temporada son positivos. Me sentía muy bien y me salió una temporada muy buena, que acabó con la llamada de la selección y con la llamada de varios clubs importantes de España y del extranjero -el Arsenal-, aunque mi decisión era clara. No dudé. Entre el Athletic y yo decidimos que el año siguiente me saltaría una categoría y que jugaría en División de Honor. Pero la verdad es que, aunque pienso que no nos equivocamos, me encontré con un grupo diferente...

Las cosas se torcieron...

La temporada fue bastante complicada porque, bajo mi punto de vista, teníamos equipo para acabar primeros, pero algo no funcionó desde el principio y acabamos haciendo una temporada muy por debajo de nuestras posibilidades, cosa de la que asumo mi parte de culpa y no me hace feliz recordarlo. Pese a todo, esa temporada me ayudó a la hora de ir con la selección, donde ya me había convertido en alguien importante. Esto y el hecho de conocer a gente como Larrea, Txabi Galán, Mentxaka o poder compartir el terreno de juego con San José, Zardoya o Julen Goñi, con los que vivía en la residencia, son los buenos recuerdos de ese año.

Y con 17 añitos, al Bilbao Athletic.

Recuerdo que el primer día, al volver a Bilbao, después de conseguir un subcampeonato mundial jugando todos los partidos, se me dijo que yo no había hecho nada para estar donde estaba. Que no se entendía cómo después de haber hecho una temporada tan desastrosa en el juvenil podía subir algún jugador al Bilbao Athletic. Creo que si con 17 años entras en un vestuario y las personas que al fin y al cabo te tienen que alinear cada domingo ya tienen esos prejuicios hacia tu persona, es muy difícil comenzar con buen pie.

¿Y cómo se lo tomó?

Seguí trabajando e intentando convencer a la gente para que me diesen una oportunidad, que llegó en la jornada, creo recordar, séptima u octava. El día que debuté como titular el equipo ganó y yo tuve la suerte de hacer un gol, así que me mantuve en el equipo y volví a marcar en los dos siguientes partidos en casa. Aun así, recuerdo que se me señalaba, junto a otros compañeros, que no tenía valor para jugar fuera de casa y que nuestro rendimiento sólo era bueno en Bilbao. Estuve señalado todo el año y para mí era una presión tremenda saber que si no jugaba todos los partidos de sobresaliente, el fin de semana siguiente me iba a la grada. Pese a todo, creo que ayudé al equipo a salvarse, siendo el máximo goleador de la temporada... y con tan sólo 17 años.

¿Cómo fueron las cosas la temporada siguiente?

Tras varias reuniones, el año siguiente empezó diferente. Yo intenté olvidarme de toda esa presión y creo que desde el cuerpo técnico se me dio una oportunidad que creo que aproveché. Parecía que todo había cambiado y que éste podía ser mi año.

Estuvo, incluso, a punto de ir convocado por Caparrós en esa temporada 2008-09.

Sí. El primer equipo no estaba muy bien y nosotros, en cambio, habíamos hecho unos primeros partidos muy buenos y yo, personalmente, también. Llegó la semana en que el primer equipo tenía que viajar a Madrid. Recuerdo que Llorente estaba tocado y durante la semana se me comentó desde arriba que, posiblemente, tendría que viajar con ellos, e, incluso, el delegado del primer equipo me llegó a preguntar qué nombre quería poner en la camiseta. Al final, sin explicación alguna, me quedé en Bilbao y jugué con el filial.

¿Cómo se tomó aquello?

Pues no sé si fueron las ilusiones que tenía por poder ir con el primer equipo o por el partido desastroso que hicimos después de ese día tanto yo como el filial (perdimos 0-3), que a falta de 10 minutos me equivoqué y el árbitro me expulsó con roja directa, cosa que hizo que, pese a entrenar toda la semana con el peto titular para jugar en Copa contra el Recreativo, la Federación no me dejase jugar... y aquí se acabó todo. Tanto arriba como con el Bilbao Athletic. Desaparecí del once y esto, unido a una pubalgía, hizo que los siguientes meses fueran durísimos para mí.

De casi ir convocado con el primer equipo a pasar al ostracismo...

Si soy sincero, después de haber reflexionado sobre el tema, creo que más que ser una posibilidad para el míster del primer equipo, la semana de Madrid fui un poco el intentar desviar la atención del mal momento del primer equipo. Fui portada en prácticamente todos los periódicos y creo que le vino bien al míster. Si realmente hubiese sido una posibilidad, hubiese tenido aunque fuese un partido, unos minutos para saber si podía o no podía ayudarles. Ese momento nunca llegó...

Y a partir de ahí, cuesta abajo...

El último año ya fue desastroso. Había perdido toda la confianza en mí mismo, no tenía ilusión por seguir, y sólo el que llegase un nuevo entrenador y mi situación personal en Bilbao hizo que decidiese intentarlo por última vez. Y creo que me equivoqué. No quise dar el paso de salir cedido por esperar una nueva oportunidad arriba, pero el año no fue bueno y acabó pasándome más factura todavía...

Durante su trayectoria en Lezama fue un jugador señalado como uno de los talentos más prometedores. ¿Aquello pesaba mucho?

No lo sé. Creo que sólo pensaba en jugar y canalizaba bastante bien todo lo que se hablaba de mí y del futuro. Aunque se me exigió más que a otros jugadores, algo normal, eso hizo que en algún momento esa exigencia pasase a ser también autoexigencia, cosa que no me ayudó. Tenía que ser el mejor cada partido y si no, no me sentía feliz.

Para muchos encarna esas grandes promesas de Lezama que por mil razones no llegan a cuajar. ¿Tiene su propia explicación?

Pues la verdad es que creo que fueron una serie de circunstancias, tanto mías como de la gente que tenía que haber apostado por mí, que, juntas, desembocaron en esto. Ni yo no tengo culpa, ni toda la culpa es mía.

Pero ¿cuánta de esa responsabilidad se echa a sí mismo?

Hasta la semana de la convocatoria para Madrid, ninguna. Había destacado tanto en mis tres años en el club como en la selección. Había apostado dos veces por el Athletic frente a ofertas mejores, sólo con el objetivo de poder jugar en San Mamés y defender esa camiseta. Había luchado por conseguir mi meta pese a que ya había visto cosas raras hacia mi persona. Y bueno, a partir de la semana de Madrid la mayoría de culpa fue mía.

¿En qué se equivocó?

Primero esa roja que quién sabe si impidió que debutase en Copa, y ya, después, rindiéndome y perdiendo la ilusión de llegar arriba y luchar hasta el final por conseguirlo. Me dedicaba quizá más a pensar porqué había gente a la que le llegaba la oportunidad sin haber hecho nada en el fútbol hasta cinco partidos atrás y a mí no. Empecé a anteponer muchas cosas de mi vida al fútbol y por eso digo que la culpa en el último año y medio quizá sea mía.

¿Y de qué culpa a otros?

A otros, la culpa de no haberme dado ni siquiera la oportunidad de demostrar si valía o no como han tenido muchos otros que, bajo mi punto de vista, ni han demostrado tanto como yo, ni han apostado tanto por el club como hice yo. Sólo me hubiese gustado pisar una vez el campo y que la gente pudiese valorar si valía o no para ser uno más. Y, sobretodo, la culpa de no haberme tratado como debía, como el verano en que según acabó la temporada anterior se me comunica que comenzaría con el primer equipo la pretemporada siguiente. Al final, una llamada de la selección sub'19 desembocó en que, al volver, me dijeran que me tomara cinco días libres y que fuera a casa para poder unirme al primer equipo a tope. Al volver, el primer equipo se encontraba fuera, de stage, y me comentaron que entrenara con el B. No volvieron a llamarme en toda la pretemporada...

¿Se sintió valorado en Lezama?

Desde la directiva, sí. Bueno, de la directiva que había cuando yo llegué. Es decir, Noriega, Ziarreta y, sobre todo, Koldo Asua. Hicimos una apuesta mutua muy importante para las dos partes y no les tengo nada que reprochar. Tras su salida todo cambió. Creo que se decidió apostar por otros jugadores que aún no habían sido descubiertos y ya no volvió a ser nada igual.

Cita algunos nombres. Supongo que cuando uno recuerda todos esos años, hay entrenadores o compañeros de vestuario de los que uno nunca se olvida...

Si tengo que destacar a alguien serían Edorta Murua y María Ruiz de Oña, fuera de los vestuarios; fuera de la `resi', Ander Larrea y Txabi Galán; y de la residencia, pues Iñigo Pérez, Iker Muniain y Eraso, aunque todos éramos como hermanos y con todos había una relación muy especial. Del breve paso por el primer equipo, aunque todos me tratasen como uno más, quiza Gurpe, Yeste o Pablo Orbaiz... Siempre tenían para mí muestras de cariño.

En julio de 2010, rescinde su vinculación con el Athletic. Al final, ¿se ahogaba en Lezama?

Yo necesitaba salir como fuese del Athletic porque llegué a sentir incluso que si no me dejaban salir por contrato, prefería irme a casa e intentar ser feliz, aun pasándome un año sin jugar. Al final, el club comprendió mis sentimientos y apareció la oportunidad del filial del Zaragoza.

Sólo un año en Zaragoza...

La verdad es que, aunque me divertí mucho jugando al fútbol, se me volvió a quedar la espinita de no poder debutar. El hecho de que el club no me llenaba como sí lo hacía el Athletic, hizo que decidiese marcharme al final de la temporada. Una vez que vistes una camiseta como la del Athletic y tienes un día a día como Lezama, todo te parece poco, así que decidí no seguir por el camino de los filiales.

Otra vez esa espinita de no debutar en Primera...

Con 21 años me he dado cuenta de que en este mundo hay muchos intereses y de que hay gente señalada a la que ayudan para que todo le sea cómodo y pueda llegar arriba, mientras que tú tienes que trabajar el doble. Me pasó el año pasado, igual que le pasó a un par de jugadores más que fuimos los que más destacamos con el filial. Aun así, ahora comprendo cómo va el futbol, asimilo mejor todo esto y busco mi propia felicidad, que creo que aquí, en Lugo, la he encontrado.

¿Todavía se pregunta si hubiera hecho esto o lo otro?

Pienso que ya no vale de nada lamentarse o recordar los malos momentos. He vivido lo mejor del fútbol y he vivido lo peor del fútbol. Lo bueno me lo quedo para siempre y de lo malo ya aprendí en su momento y es algo que nunca olvidaré. Pienso que estoy trabajando en el camino adecuado y que si sigo así llegará el día en que pueda llegar mi recompensa. Me encuentro con muchas ganas de que llegue el siguiente entrenamiento y el siguiente partido.

¿Por dónde pasan los objetivos a futuro de Ismael López?

A corto plazo ayudar al Lugo a conseguir el ascenso. Y a largo plazo, conseguir escalar poco a poco hasta poder cumplir el sueño que he tenido desde pequeño, que es el de poder jugar en Primera División y, algun día, si puede ser, hacerlo con la camiseta rojiblanca.

Porque el Athletic tiene todavía posibilidades de repescarle...

Esa ilusión la seguiré manteniendo siempre. Jamás perderé la esperanza de poder regresar y, aunque es cierto que tienen una opción de repesca, aunque crean que todavía no estoy preparado, no me voy a desanimar... Soy joven, cada año me encuentro mejor, me veo más completo y en casa me han enseñado que con constancia y con esfuerzo las cosas llegan, así que seguiré luchando hasta que lo consiga, si cabe ahora, aún más con la idea futbolística que están intentando imponer en Bilbao y que he tenido siempre dentro de mí.

Y a sus sólo 21 años ¿sería capaz de dar algún consejo a chavales que ahora inicien con 14 años su mismo recorrido en Lezama?

Bueno, el único consejo que puedo darles es que se sientan felices y que tengan ganas cada día de ponerse las botas y entrenar y competir. Que somos unos privilegiados y más ellos, que están donde están. Que valoren el Athletic como se debe y que apuesten por él, porque creo que no habrá muchos sitios en el mundo en el que puedas sentir lo que se siente en Bilbao.

¿A estas alturas todavía tiene que demostrar algo a alguien?

Sí. Cada día. Tengo que demostar a todos aquellos que valgo para esto y que pueden apostar por mí. Esto tiene que ser así porque tengo una meta y espero cumplirla.

 
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