Día tras día se suceden datos, previsiones e informaciones procedentes del ámbito económico que confirman la idea de que la crisis ha llegado para quedarse por mucho tiempo. La situación económica es muy grave, también en nuestro país, donde miles de personas, cada vez más, conviven con la pobreza, y muchas otras asisten angustiadas a la pérdida de sus puestos de trabajo, de sus viviendas o de ambas cosas a la vez. Por ese motivo, no es de recibo que quienes tienen la responsabilidad de impulsar la salida de la crisis y de garantizar mientras tanto una mínima cobertura social, actúen con la falta de seriedad que en los últimos días han mostrado el PP, el PSE y el Gobierno de Lakua.

El pasado lunes, el secretario general del PP vasco, Iñaki Oyarzabal, anunció la presentación de 118 enmiendas a los presupuestos de la CAV, y declaró que a su partido cada vez se le hace más difícil apoyar al Ejecutivo de Patxi López. Ayer, sin embargo, tanto el portavoz parlamentario del PSE, José Antonio Pastor, como la portavoz del Gobierno, Idoia Mendia, expresaron su total confianza en que el PP vaya a apoyar sus cuentas, y afirmaron que la actitud de Oyarzabal no es más que una pose partidista. Pastor, que confirmó que la mayoría de esas enmiendas han sido pactadas entre ambos partidos, habló de «escenificación» tras la «resaca electoral», mientras que Mendia consideró que las críticas de sus socios forman parte del «juego político».

Sin embargo, ni este país ni las cuentas de sus instituciones están para juegos, y el proceder de quienes desde su responsabilidad de gobierno deben velar por el bienestar de la sociedad es reprobable. Porque el PP tiene el derecho -y el deber- de presentar las enmiendas que crea convenientes para mejorar los presupuestos, pero no de utilizar un tema de tanta entidad por interés de partido. Y ni el Gobierno ni el partido que lo sostiene pueden trivializar una actitud que puede doler a mucha gente que lo está pasando realmente mal.