En los últimos meses la temperatura política ha subido de forma alarmante en Oriente Medio, donde la tensión ha llegado a extremos muy peligrosos. Así, Siria lleva tiempo siendo escenario de un enfrentamiento interno que desde occidente se quiere presentar como una agresión unidireccional pero que cada vez se parece más a una guerra abierta. El último movimiento de Rusia viene a sumarse al de otros agentes internacionales que anteponen sus intereses frente a la posibilidad de alcanzar una solución pacífica y democrática. Un actor especialmente cercano a Siria es Líbano, donde precisamente ayer se produjo un intercambio de proyectiles con Israel, que con sus amenazas a Irán ha sido uno de los principales responsables de la escalada bélica en la región. Así, también ayer, grupos de manifestantes ocuparon la embajada británica en la capital del país persa, lo que sin duda tendrá consecuencias como mínimo diplomáticas.

Todos estos hechos dibujan un escenario cada vez más inestable, del que probablemente algunos agentes buscan obtener réditos. Es hora de preguntarse a quién le interesa incendiar una zona del mundo tan sensible.