La eurozona todavía no atisba una solución
La expectación de quienes propugnan la creación de eurobonos como fórmula de aliviar la presión a la que los mercados tienen sometida a la eurozona se convirtió ayer en decepción cuando la canciller alemana, Angela Merkel, una vez más y rotundamente, descartó esa posibilidad, diciendo que no hay fórmulas mágicas y que Europa compite en «una carrera de fondo». Con ello se refería a la necesidad de no tener prisas en llegar a la meta, pero también a que la situación durará años, como algunos analistas habían advertido incluso desde el comienzo de la crisis financiera. Merkel se mostró partidaria de la independencia del Banco Central Europeo, es decir, contraria a que asuma la función de prestamista de último recurso. Y la solución que Merkel propone es más de lo mismo, la que vienen aplicando los gobiernos europeos y que se ha demostrado que en realidad no es una solución, sino una receta cuyo objetivo es aplacar la insaciabilidad de los mercados y supuestamente la reactivación de las economías de la eurozona, pero que una y otra vez se ha demostrado que en realidad impide esa reactivación. De lo que se trata es de salvar la moneda única -el único elemento en común de los países de la UE que participan del euro-, aunque sea a costa del recorte de derechos y el sacrificio de millones de personas.