Los datos de desempleo han vuelto a dejar malas noticias en Hego Euskal Herria, donde la tasa de paro supera el listón de las 190.000 personas, con una subida generalizada, aunque porcentualmente Nafarroa es la que peor parada ha entrado en diciembre. En términos interanuales las cifras son igualmente negativas, si bien la evolución es especialmente preocupante en Bizkaia y Araba, con incrementos superiores al 10%. Así, si desde el inicio de la crisis Lakua e Iruñea han comparado sus datos de desempleo con los de Madrid para relativizarlos, esa estrategia hace tiempo que no sirve, porque las terribles cifras que maneja el Estado español no son comparables con las de ningún otro lugar, y porque el problema ha alcanzado también aquí tal dimensión que ya no se puede esconder con comparaciones interesadas.

La escalada en el índice de desempleo que se está produciendo en los últimos meses indica que la reforma laboral que el Gobierno del PSOE, con la abstención del PNV, aprobó en setiembre del año pasado no ha servido para crear empleo; al contrario, la situación es hoy peor que entonces. Esa reforma, aplaudida por los mercados y la patronal, solo ha servido para mermar los derechos laborales y para limitar aún más la cobertura de aquellas personas que han perdido su trabajo. Ahora hay más parados que entonces y están peor protegidos. Asimismo, a nadie se le puede escapar que la política de recortes promovida desde las instituciones constituye un lastre para la recuperación económica y que tiene consecuencias negativas en el empleo.

Las previsiones, además, no son halagüeñas. La Cámara de Comercio de Bilbo anuncia que tres de cada diez empresas vizcainas reducirán su plantilla en 2012, y el resto de territorios no tiene mejores perspectivas. En este contexto, Mariano Rajoy pretende acometer una nueva reforma laboral -aunque Zapatero sostuvo que la suya duraría toda una generación- que, en la línea de la anterior, solo puede garantizar que empeorarán las condiciones laborales de los trabajadores, a quienes no les queda más remedio que luchar para frenar esta sangría de puestos de trabajo y de derechos.