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La única duda en las elecciones a la Duma reside en el alcance de la victoria del Kremlin

Putin no tiene rival en los comicios legislativos de mañana. La única incógnita reside en si su formación, Rusia Unida, hecha a su imagen y semejanza, repite su mayoría cualificada de 2/3 o se tiene que conformar con una holgada mayoría ante una invisible oposición.

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Dabid LAZKANOITURBURU

El partido de Vladimir Putin, Rusia Unida, vencerá en las elecciones a la Duma que se celebran mañana, constatando el dominio absoluto de la escena política rusa del último decenio por parte del ex funcionario del KGB en Alemania.

La única duda reside en si mantendrá la mayoría de dos tercios actual o si se tendrá que conformar con la mayoría absoluta. Este último escenario mostraría, a los ojos de los kremlinólogos occidentales, los primeros signos de erosión del poder de Putin,

En la Cámara saliente, Rusia Unida cuenta con 315 de los 450 diputados, una mayoría suficiente para imponer cambios en la Constitución de la Federación rusa.

Lo cierto es que ni falta que le ha hecho, toda vez que la oposición rusa es, desde hace diez años, un tigre de papel, cuando no una simple extensión de los tentáculos del poder del Kremlin.

«El multipartidismo en Rusia es puramente formal, en la medida en que el Kremlin controla todos los partidos y ninguno de ellos puede actuar de forma independiente», asegura el politólogo Stanislav Belkovski, del Instituto de Estrategia Nacional.

Hasta el Partido Comunista, al que las encuestas confirman como segunda fuerza pasando de sus actuales 57 escaños hasta 94, es una formación que, bajo una fachada crítica sobre el estado de Rusia, lleva a cabo una política de poco más que consentimiento. Y eso que podría atraer el voto de muchos descontentos en regiones que se consideran olvidadas, como el Extremo Oriente (Vladivostock).

Lo mismo o más cabe criticar del Partido Liberal Demócrata del xenófobo Vladimir Zirinovski, tercera fuerza política en una Duma que actúa como simple oficina registradora de los acuerdos en la cúspide.

Consciente de que esta imagen no resiste un mínimo análisis crítico, y con el objetivo de desterrar cualquier eventual repunte de la oposición tanto desde la izquierda como desde la derecha, el Kremlin auspició poco antes de las elecciones de 2008 la creación de una plataforma socialdemócrata, Rusia Justa, a cuyo líder, Serguei Mironov, premió con la Presidencia del Senado y que cuenta actualmente con 38 diputados

Este año el Kremlin ha hecho un intento similar, finalmente infructuoso, de catapultar una formación de derecha domesticada, sobre la base de la coalición Causa Justa tratando de colocar al frente de ella al multimillonario Mijail Projorov. El experimento terminó en un rotundo fracaso.

Y es que ninguna de las formaciones liberales rusas, ni siquiera Yabloko, superan el 4% de intención de voto, lejos del 7% estipulado para poder entrar al Parlamento.

Así las cosas, y habida cuenta de que la formación gubernamental Rusia Unida no es sino la fachada partidista con la que se presenta la dirección del país que monopoliza el poder y de que el 51% de los rusos considera que las elecciones parlamentarias son una farsa política, la única expectativa abierta es el grado de popularidad que conserva Putin a tres meses de su regreso por la puerta grande al Kremlin tras la decisión de su tándem con Medvedev de repartirse los papeles, reservando a este último el cargo de primer ministro para los próximos años.

Hay encuestas que aseguran que el dúo habría perdido en un año 20 puntos en su popularidad y que «sólo» el 53% votará por Rusia Unida mañana, lo que le garantizaría en todo caso una mayoría absoluta con 253 escaños. Y que finalmente puede ser mayor atendiendo a las sospechas de fraude y a las grandes presiones que ejerce este magma de aparatchiks, reponsables regionales y locales para asegurarse el voto de fábricas enteras, universidades y cuarteles.

Nombrados todos ellos a dedo por el Kremlin desde la última reforma constitucional, los gobernadores de Tcheliabinsk (Urales) y de Omsk (Siberia Occidental) conminan a los electores a votar a Rusia Unida a cambio de promesas de inversiones y construcción de empresas en sus pueblos.

En la región de Volgogrado (antigua Stalingrado), los popes han sido conminados a pedir desde sus púlpitos el voto para el «nuevo zar» ruso.

 
Vladimir Putin prepara su regreso triunfal a la presidencia

Los comicios de mañana serán la antesala para el regreso, tras las elecciones de marzo, de Valdimir Putin al Kremlin tras el interregno de cuatro años forzado por el impedimento constitucional a liderar tres legislaturas seguidas.

Putin, quien tras la reforma constitucional que amplía de cuatro a seis años el período presidencial, podría quedarse en el Kremlin hasta 2024, insiste en justificar su preeminencia en la vida política rusa rememorando el caos que vivía el país antes de su desembarco en el Kremlin en el año 2000. «Bastan dos pasos en falso para que todo se desmorone rápidamente y sin que nos demos cuenta». Sobre las críticas que le comparan con el ex dirigente soviético Leonid Breznev (18 años en el poder), Putin recuerda que Roosevelt se hizo elegir cuatro veces o evoca el caso similar del general De Gaulle. GARA

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