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«Le he dado todo a la pelota pero he recibido mucho más»

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Rubén Beloki

Pelotari de Asegarce

Rubén Beloki (08-08-1974) pegará esta tarde en un Labrit para el que no hay entradas desde hace varios días, su último latigazo como pelotari profesional. Han sido más de 19 años de profesión, en los que ha conseguido cuatro txapelas manomanistas (1995, 1998, 1999 y 2001) y dos por parejas (1996 y 2003), pero sobre todo ha dejado su impronta por su forma de ser dentro y fuera de las canchas.

Jon ORMAZABAL

Visiblemente emocionado, Rubén Beloki recibió ayer la Medalla de Oro al Mérito Deportivo del Gobierno de Nafarroa. «Estoy encantado con esta distinción. Sólo mirar que la tienen Julián Retegi, Miguel Indurain, Etxabarri... Es una pasada y estoy muy contento», señaló sabedor de que hoy le espera un día aún más emotivo. El Látigo de Burlata dará hoy su último pelotazo y en esta entrevista a GARA se muestra muy agradecido al mundo de la pelota.

Se va acercando la hora de la despedida, ¿cómo lo lleva?

Han sido dos semanas muy espesas, en cuanto a mucha entrevista, mucho sentimiento, mucho recordar todo lo que ha sido este tiempo, pero ya me imaginaba que iba a ser así y estoy encantado. Al final, la gente te habla mucho, estoy sintiendo su calor y ya veremos qué pasa en el frontón. Veremos pasar todo por delante pero ya deseando casi que pase.

Debe ser muy reconfortante escuchar tantos halagos y buenos comentarios. Concita una unanimidad muy poco frecuente...

Estoy un poco abrumado, la verdad. Yo nunca he hecho nada para que la gente tuviera una idea de mí, lo he hecho como pensaba. En la trayectoria que he tenido he sido normal y correcto, no he hecho nada pensando esto o lo otro. Al final ha coincidido un poco que mi trayectoria ha sido muy vista por la gente, ha coincidido con la televisión, has entrado al hogar de mucha gente. Sobre todo los mayores, te sienten muy cercano porque has entrado de viernes a domingo durante muchos años en las casas de la gente. Ahora recibes el cariño de ellos y yo encantado de ser reconocido, incluso por encima del palmarés o las txapelas.

Esa unanimidad es aún mayor dentro de los frontones. ¿Quizá su lucha por que los pelotaris entraran en el régimen de la Seguridad Social sigue pesando?

Tuvimos mucha lucha en su momento, me pilló joven pero creí que lo tenía que hacer. La gente del frontón, la gente pelotazale, los compañeros, todos... La verdad es que estos días no me puedo quejar de llamadas, de comentarios, y de todo y estoy feliz y deseando que pase el día 3.

¿Verse fuera del Parejas de este año fue la señal que marcó que éste es el momento de dejarlo?

Estos dos o tres últimos años tampoco han sido fáciles a nivel de lesiones. He tenido bastantes, la espalda, el dedo, la rodilla... me ha ido costando mucho volver a coger la forma. He tenido la suerte de estar 20 años jugando campeonatos y más no se puede pedir.

Ya tenía pensado que sería un buen momento de dejarlo cuando no entrase en los campeonatos, que al final son los que me ha gustado jugar, los que me lo han dado todo. Tras hablar con la empresa, era prácticamente seguro que no iba a entrar y vi que era el momento. Es duro, porque a nadie le gusta dejar lo que ha hecho durante toda la vida, lo que más le ha gustado desde pequeño, pero si lo miras fríamente más no se puede pedir. Estar 20 años viviendo de un deporte es un privilegio.

¿Con Rubén Beloki se va el último pelotari que concedía ventajas a sus rivales?

No sé, es la época que me tocó vivir. Había muy buenos delanteros pero no tantos quizá como hay ahora, ese ramillete de siete u ocho pelotaris, que son delanteros increíbles. Me tocó apadrinar a mucha gente que estaba empezando, gente joven, o a veces dar alguna ventaja. Es la época que me tocó vivir y lo asumí tranquilamente, también era un privilegiado por poder hacer eso. Siempre piensas que quizá alguna txapela más, tengo cinco subcampeonatos de Parejas, podría tener pero el camino está hecho y ya está.

En la presentación de su partido de homenaje, Iñigo Salbidea también dijo que el material había estado en su contra. ¿Siente algo así?

-Risas-. En algunos momentos sí que lo he visto así y he tenido mis problemas y mis líos, como ahora mismo pasa, con el material. Cuando estás metido en esa guerra lo ves todo negro. Yo era un pelotari de mucha fuerza, que me iba un material de mucho peso y mucha tralla como solemos decir, y estos años ha habido diversos materiales, quizá más ligeros, para favorecer el espectáculo. Cada uno tenemos nuestras características pero ya es agua pasada y no merece la pena recordarlo.

¿Se parece en algo la pelota que usted conoció cuando debuto a la que deja?

La esencia es la misma. Al final, es duro como entonces, si no eres un tío sacrificado y constante... Eso sí, yo empecé con los frontones blancos, prácticamente sin publicidad... Fíjate cómo ha cambiado, ahora se televisan todos los partidos, hay mucha forofada en los frontones, la gente grita mucho... Cuando debuté, durante el tanto había más silencio, era distinto pero hay que adecuarse a los tiempos. La pelota va en esa dirección y, mientras la gente se divierta y vaya al frontón, y haya un respeto por el pelotari, que hoy en día lo hay... Todos los deportes están modernizándose y la pelota también. Ahora hay un frontón de 3.000 personas en Bilbo, todo va cambiando.

Señal de que la pelota está viva...

Sí, sí. Aquí, o vas evolucionando con la sociedad, o esto no avanza. La pelota está viva, ahora mismo hay dos frontones que son la punta del profesionalismo, que son el Labrit y Bilbo. Hay que intentar rescatar otras aficiones que están un poco dormidas como Araba, incluso Gipuzkoa, que es la cuna de la pelota, pero necesitamos que salga algún crack. La pelota necesita de todo para ir para adelante porque si no, el fútbol y esos deportes tienen mucha fuerza.

Echando la vista un poco para atrás, es uno de los pocos pelotaris que cuenta con una medalla olímpica -la pelota fue deporte de exhibición en Barcelona 92-. ¿Una experiencia inolvidable?

Fue una pasada, fue una experiencia irrepetible, sobre todo porque me cogió con 17 años para 18, y bueno, verte allí, rodeado de miles de atletas en la villa olímpica, de deportistas tan conocidos... fue increíble, luego tuvimos la suerte de ganar. Está claro que en pelota vasca, la medalla era cosa de muy pocos, jugué la final contra Philippe Hirigoien, pelotari que jugó en Aspe muchos años. Pero sobre todo fue importante la experiencia. Aquello se te queda grabado para siempre para mí ha sido tan importante como ser pelotari profesional.

¿Qué ha sido lo mejor que le ha dado la pelota?

Quizá me quedo con que he podido hacer una carrera larga, llena de buenos momentos, aunque indudablemente también ha habido malos. Empecé siendo un chavalito y he acabado siendo un hombre de 37 años, me he hecho persona jugando a pelota y ha sido mi vida. Le he dado todo quizá pero la pelota me ha dado mucho más, me ha dado poder vivir de lo que me gusta, mis relaciones, amigos por todos los lados...

Y lo deja siendo el campeón manomanista más joven de la historia...

Gusta eso de verte ahí en la historia, pero suelo decir que les pillé un poco de improvisto aquel año y la cosa surgió así. Desde crío, jugué desde los 15, 16 ó 17 años en mayores, desarrollé pronto y así fue la cosa. Creo que vendrá alguien con 19 años, o 20 y un poquito menos que yo, y se batirá, pero ahí está.

Si nos fijamos un poco en los nombres, sus duelos con Patxi Eugi cambiaron un poco la pelota, fueron el puente entre dos generaciones, entre dos formas de jugar a pelota...

Así es. Hasta entonces el profesionalismo estaba un poco como estancado. Las figuras eran ya bastante veteranas, necesitaban gente joven. Debutaba un pelotari cada dos o tres años y el caso de Eugi y el mío fue debutar y enseguida estar con los mejores. Eso fue un aire fresco para el profesionalismo y guardo muy buen recuerdo de aquellos partidos. Uno al otro nos hemos hecho mucho bien, nos hacíamos superarnos a nosotros mismos, siempre teníamos en el otro a un gran rival. Ahora, cuando nos juntamos y recordamos aquellos tiempos, no hay más que recordar buenos momentos, aunque en su día hubo mucho pique, mucha tensión y mucha competitividad entre los dos.

¿No jugar el Parejas con Mikel Unanue ha sido una de las cosas que le han quedado pendientes?

Pues sí. Debuté con él, mi primer compañero en profesionales fue él, ha sido mi botillero y es muy amigo mío. Coincidimos muchos años en la empresa, pero nunca jugamos juntos un campeonato de parejas. Sólo jugamos una Copa Lehendakari, que se disputó sólo un año y me hubiese gustado jugar con él cuando él estaba fuerte y yo también para intentar ganar. Pero las circunstancias eran que él era el número uno adelante también y era imposible que jugáramos juntos.

Y para la despedida tendrá a Titín III como delantero...

Han salido así las coas porque iba a jugar con Aimar. La empresa me comentó que había esa posibilidad y yo encantado. Con Augusto jugamos bastantes partidos en aficionados y en profesional tampoco he jugado mucho con él porque enseguida pasó a Aspe. Pero siento que es un pelotari único, de mi generación y es un muy buen compañero para la despedida. Estamos en profesionales desde el 92 y ya sabía que iba a aguantar más que yo en esto.

«Echaré de menos esas tertulias mientras nos ponemos los tacos»

Tras más de 19 años como profesional, la vida de Rubén Beloki dará un giro de 180º a partir de mañana, una vez digeridas todas las vivencias de esta semana tan intensa. Eso sí, seguirá viviendo en los frontones, ya sea como técnico de Asegarce o con su hijo Imanol, fan de Oinatz Bengoetxea pero que hoy irá con su aita.

¿Cómo será su día a día partir del lunes?

No lo sé. Estas dos semanas están siendo tan intensas que, a partir del lunes, me imagino que me tomaré unos días sabáticos, que hay unos puentes, con la familia. Luego estoy hablando con Asegarce para introducirme un poquito en su organigrama y empezar a aprender de nuevo a hacer otras cosas dentro de la pelota. Me han ofrecido esta posibilidad y estoy muy contento, porque éste es el mundo que me gusta desde crío.

¿Qué es lo que echará más de menos?

Venir al vestuario y ponerme los tacos, vestirme de blanco antes de los partidos con los compañeros, esas tertulias, hablar, esos nervios en la tripa antes de salir al partido... se echará de menos. Cuando has competido desde los 8 años, se echará en falta, pero seguiremos en este mundillo y, como me voy a seguir poniendo los tacos para entrenar con la gente, voy a seguir en la onda. Me hace mucha ilusión seguir dentro de la pelota, aunque sea con otras funciones.

Además, parece que su hijo Imanol quiere seguir sus pasos...

Le gusta mucho. Está entrenando en el club de Uharte, le entrena Mikel Beroiz. La verdad es que tiene mucha afición y suelo jugar mucho con él. Pero ya veremos, también juega a fútbol y tiene que hacer su camino, que haga lo que le guste. J.O.

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