«Socialmente insoportable», así calificaron los principales sindicatos de Italia el plan de ajuste de 30.000 millones de euros aprobado por el Gobierno tecnócrata liderado por Mario Monti. Entre las medidas presentadas el domingo por el primer ministro, Mario Monti, y la ministra de Trabajo, Elsa Fornero, destacan las reformas en el sistema de pensiones y la subida del IVA. La edad mínima de jubilación subirá a los 62 años en el caso de las mujeres y a 66 en el de los hombres. En cuanto al IVA, el primer trimestre de 2012 aumentará dos puntos (del 21% al 23%).

Tras conocerse los ajustes planteados por Monti, los sindicatos no tardaron en demostrar su oposición. Así, Susanna Camusso, secretaria general de la Confederación General de Trabajadores italianos (CGIL), criticó las reformas a las pensiones y destacó que el aumento de la edad de jubilación es «insostenible». Asimismo, denunció que el Gobierno está intentando «sacar beneficio a costa de los pobres del país» e hizo un llamamiento a «impulsar iniciativas comunes con los demás sindicatos».

Raffaele Bonanni, secretario general del sindicato Confederación italiana de trabajadores (CISL), destacó que el plan «sólo grava sobre trabajadores y jubilados», a lo que sumó que el Ejecutivo «no ha calculado su impacto social» y auguró que las respuestas al plan de ajuste serán «fuertes».

Por su parte, el líder del sindicato Unión italiana de Trabajadores (UIL), Luigi Angeletti, destacó que es necesario modificar el plan de ajustes para lograr «equidad» y recordó que con estas medidas «junto a los amargos sacrificios de los italianos» Italia tendrá que afrontar «decenas de miles de desocupados más».

Con el objetivo de «exigir con fuerza que se abra una negociación», en particular sobre las reformas del sistema de pensiones y fiscal, los tres sindicatos han convocado paros de entre dos y cuatro horas para el próximo día 13 de diciembre.

Las medidas de Monti tampoco acabaron de gustar a los obispos italianos. Así, según informó el diario `La Republicca', monseñor Bregantini precisó que «se han dado pasos» para sacar a Italia de la crisis con este nuevo plan, pero destacó que «podían ser mucho más ecuánimes» y «hacer más sobre las rentas altas».

Los partidos italianos tampoco se mostraron totalmente convencidos con los ajustes, aunque la mayoría acabó acatando las reformas. El Partido Democrático y el partido de Unión de Centro aseguraron que las medidas son «muy duras», no obstante el líder de Unión Centro afirmó que son «convincentes». El partido Italia de los Valores, el Partido Socialista italiano e Izquierda, Ecología y Libertad rechazaron abiertamente el «injusto» plan.

Monti se justifica

Mientras partidos y sindicatos se mostraban desconfiados, Monti defendía el plan que él mismo bautizó como «Salva-Italia» asegurando que de no haberse aprobado «Italia habría seguido los mismos pasos que Grecia y se habría hundido». Explicó que las medidas se centran en la consolidación de las cuentas del Estado y en el desarrollo económico del país. Pese a las críticas de los partidos y sindicatos en cuanto a la equidad en los ajustes, precisó que es otro de los pilares básicos del proyecto.

El primer ministro italiano manifestó que «para poder desarrollar un papel creíble, incisivo y de pleno respeto» tanto en el contexto europeo como en el internacional, «tiene que resolver lo antes posible los graves problemas que la convierten en un socio poco creíble». En este sentido, insistió en la necesidad de «reforzar las instituciones europeas».