Amparo LASHERAS | Periodista
Las dos caras de una misma moneda
Un amigo acaba de enviarme un artículo sobre Islandia en el que se afirma que, según las previsiones de la Comunidad Europea, su economía habrá crecido en 2011 un 2,5%. El mismo informe prevé para 2012 un aumento del 1,5% y de un 2,7% en 2013. A pesar de las dificultades todavía existentes esta situación ha generado empleo y ha logrado que la deuda pública descienda. Y todo esto después de que el pueblo islandés se negase a pagar a los mercados financieros y nacionalizaran la banca, tomando así las riendas de su propia economía, lo que sin duda les convierte en un pueblo verdaderamente independiente. El artículo llega horas después de finalizar la cumbre del Consejo Europeo donde el capital ha consolidado su dominio económico a favor del euro y Alemania las «severas» reglas que regirán en las políticas presupuestarias, que es lo mismo que imponer cómo y a quién deben de beneficiar los gobiernos de la UE. Utilizando una socorrida disculpa de mi época de estudiante, diré que soy de letras y no entiendo de macroeconomía, pero el sentido común de lo que conozco y experimento me asegura que las resoluciones adoptadas en Bruselas traen consigo reformas y leyes que sólo alimentarán el desarrollo de una pobreza, estructural y progresiva, que alcanzará a casi todos, incluso a los que todavía pueden pagar su hipoteca y se sienten seguros en la llamada aristocracia de los trabajadores. Cito de nuevo a Islandia porque creo que, en el desatino global en que nos encontramos, sus avances demuestran que la independencia de los pueblos es esencial para el cambio social, y éste indispensable para conseguirla y disfrutarla.