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A la sombra de Mandela, una incubadora de artistas

Qunu, un pequeño rincón de Sudáfrica, se ha convertido en una nueva cuna de artistas. Inspirados en Nelson Mandela, y acogidos entre los muros del Museo que lleva su nombre, cinco estudiantes aprender arte y cómo moverse en los negocios, porque no todo es pintar.
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Justine GERARDY (FP) | QUNU

Cinco estudiantes de arte viven a la sombra de Nelson Mandela para en un proyecto revolucionario que lleva a cabo el Museo dedicado al Nobel de la paz, una academia para jóvenes artistas que busca algo más que enseñar a dibujar.

Los cinco estudiantes se encuentran en el Museo Nelson Mandela, en las montañas aisladas de Qunu, en una estancia de seis semanas. El aislado lugar se ha convertido en cuna de artistas, con un programa que es parte de los esfuerzos del museo para la divulgación y tiene como objetivo dar a los artistas, que son de la empobrecida provincia de Eastern Cape, la comprensión que necesitan sobre el mundo de los negocios para tener éxito al hacer un arte mejor.

Con demasiada frecuencia la situación de los habitantes de Eastern Cape consiste en «correr en una zona desfavorecida con una bolsa llena de bocadillos y lápices. Los niños tienen un sarmie (sandwich) y pintan garabatos en una hoja de papel, que es el final de su carrera», dijo el profesor Peter Binsbergen, de la Universidad de de Pretoria. «Se trata de desarrollar a las personas, desarrollando en ellos cualidades de liderazgo que les convierta en gente que puede invertir de nuevo en el servicio de la comunidad», explica Bongiwe Qotoyi, uno de los coordinadores. El objetivo no es sólo la expresión de la estética, sino también saber cómo escribir un comunicado de prensa o tener una galería de arte.

Valorar las críticas

«Cuando estaba en la universidad, lo único que aprendí fue pintar», dice Asander Kupa, uno de los artistas participantes. «Para mí, la cuestión es algo más que la práctica o la creación de obras. Es la forma de conceptualizar la historia que quieras contar», añade.

Rodeados de idílicas vistas rurales, las sesiones comienzan por la mañana y terminan por la noche. En una sala de trabajo, bocetos de los estudiantes se muestran en las paredes opuestas, mientras que sus colegas y profesores analizan sus obras. «Es difícil pero hay que aceptarlo porque es la forma de crecer, es la forma de aprender», explica Monwabisi Ngcai.

El proyecto de la incubadora fue desarrollado por el artista profesional y consultor Churchill Madikida. «Yo nací en la zona, me crié en esta zona y luché para tener acceso a instalaciones de última generación e instituciones de arte», explica.

El coordinador del proyecto, Bongiwe Qotoyi, explica que los talleres están en línea con los valores de Mandela. «Se trata de desarrollar un individuo, inculcar las habilidades de liderazgo, de modo que al final del día, esta persona es capaz de reinvertir en la comunidad».

«Estos chicos se dan cuenta antes que los estudiantes universitarios de este es el verdadero negocio, se trata de hacer o deshacer, si no me tiro de los dedos, me voy a morir de hambre», dice el profesor Binsbergen. «El nivel de madurez que estamos tratando aquí es impresionante. Son, literalmente, como esponjas», añade.

La tranquilidad del lugar, que se sumerge en el aislamiento una vez que el museo se cierra y los turistas abandonan las calles, y la presencia a unos pocos cientos de metros de Mandela, son fuentes adicionales de inspiración para estos creadores.

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