GARA > Idatzia > Iritzia> Kolaborazioak

Guzmán Ruiz Garro | Ex consejero general de BBK

El banco malo está de moda

Ahora quieren hacer un banco malo que costará al erario público, como mínimo, 100.000 millones de euros. ¿No sería más justo, frente a esta alternativa que busca sanear las arcas de los bancos con cargo al contribuyente, la nacionalización y la banca pública?

Superada ya la novedad de los bancos con «alma social», hecha la bancarización de las cajas, ahora toca crear un banco malo. Y será por esta nueva moda por la que el presidente de BBK y Kutxabank, Mario Fernández, entre otros, ha afirmado que el Gobierno central debe estudiar las «ventajas» de crear un banco malo con el objetivo de limpiar los denominados activos tóxicos. Esta idea, que no es nada novedosa porque ya se ha llevado a la práctica en procesos de bancarización de cajas, tratan de prestigiarla los banqueros y los políticos que formarán el nuevo gobierno del estado para endosarnos a los ciudadanos, por medio de un macrobanco malo, todos los activos tóxicos relacionados con el estallido de la llamada burbuja inmobiliaria. Siendo más explícito: se supone que este banco malo lo compraría el estado para endosarnos a los contribuyentes los créditos de imposible recuperación.

Antes de entrar en las explicaciones relacionadas con el titular de este artículo, convendría reseñar por qué se deprecian los activos. Se produce porque cayeron de precio, o porque se adjudicaron inmuebles que no valen lo que los créditos que cancelaron, total o parcialmente, o bien porque de los créditos morosos y dudosos no se espera recuperar las cantidades prestadas. La valoración inicial se hace por su precio de adquisición, posteriormente por su valor razonable o por su precio de adquisición más los intereses acumulados. La pérdida de valor acumulada de estos bienes y derechos, porque no valen su precio de adquisición, se recoge en una cuenta que se llama deterioro acumulado (vulgarmente, provisiones). De que los activos estén adecuadamente valorados en los balances, de su liquidación, depende que se puedan pagar los depósitos.

Veamos el caso del Banco Financiero y de Ahorro Bankia como ejemplo de qué es un banco malo.

Las entidades de ahorros que conformaron esta entidad, a través de un contrato de integración, se repartieron el peso accionarial del BFA de la siguiente manera: 52,06% Caja Madrid, 37,70% Bancaja, 2,45% La Caja de Canarias, 2,33% Caja de Ávila, 2,11% Caixa Laietana, 2,01% Caja Segovia y 1,34% Caja Rioja.

Posteriormente, el consejo de administración y la Junta Universal de BFA acordaron un proyecto de segregación por el cual transmitieron a Bankia (banco bueno) todo el negocio bancario y las participaciones asociadas al negocio financiero. De esta manera, saldrán a Bolsa con el negocio puramente financiero. BFA (banco malo) mantiene la titularidad de una serie de activos y pasivos como el suelo adjudicado, la financiación de suelos en situación dudosa y subestándar, algunas participaciones societarias, las participaciones preferentes suscritas por el FROB y determinadas emisiones de instrumentos financieros. BFA era el accionista único de Bankia hasta que ha salido a Bolsa.

Los acreedores de BFA corren un gran riesgo pues sus activos, salvo su participación en Bankia, son de escasísima calidad y recordemos que el gran acreedor de BFA es el FROB.

O sea, un banco malo es una entidad filial que agrupa todo el negocio inmobiliario dudoso o moroso de cada grupo de cajas. Con el resto de los activos de cada entidad constituyen una segunda filial en forma de banco bueno para salir a bolsa y atraer así a inversores. Como ambas filiales no se mezclan entre sí, los potenciales inversores privados no tendrían por qué temer ser contagiados por el agujero del ladrillo. Redundando: la táctica es que, segregando los activos, se consigue la suficiente «transparencia» y calidad en el banco bueno que permita acceder a los mercados de capital. El riesgo es que los activos no generen suficientes ingresos (dividendos del banco bueno e intereses) para hacer frente a los pasivos que se quedan en el banco malo.

¿Qué efectos tendrá este sistema? Con toda probabilidad, si las cosas van mal, el que paga es el contribuyente. Por un lado, el propósito del banco malo es permitir al bueno ser viable, pero, por otro, la división de los pasivos (deuda) entre el banco malo y el bueno deja como deudor subordinado de forma efectiva al contribuyente, quien será de forma implícita responsable de los agujeros que deje el banco malo. A modo de aclaración y reiterándome: si hay pérdidas, habría que hacer recapitalizaciones forzosas o bien un proceso de quitas que solo puede ser a costa de lo que se adeuda al contribuyente.

Cuantos más rescates del sistema financiero haya, más se resquebrajan los fundamentos del sistema (el capitalista): pago de salarios, inversiones, emisiones de deuda o la asignación de recursos. La crisis económica se convirtió en la mejor excusa para que el gobierno estatal y los autonómicos, alentados por el Banco de España y los políticos neoliberales, privatizasen las cajas. Su objetivo fue permitir a los bancos privados y grandes fondos de inversión -privados y públicos, incluidos los fondos soberanos de varios países- hacerse con el control de los ahorros depositados en las cajas. Ahora quieren hacer un banco malo que costará al erario público, como mínimo, 100.000 millones de euros. ¿No sería más justo, frente a esta alternativa que busca sanear las arcas de los bancos con cargo al contribuyente, la nacionalización y la banca pública? Sin esta difícilmente se pondrán en circulación recursos suficientes, a un tipo de interés asequible, para generar empleo.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo