Ochomilismo | Pakistán
La temporada del ochomilismo invernal promete ser interesante
En total, cinco expediciones intentarán hollar tres ochomiles vírgenes en invierno: Gasherbrum 2, Nanga Parbat y K2.
Andoni ARABAOLAZA
Ya estamos en invierno, y las puertas de los diferentes escenarios alpinos ya están abiertas. Una de ellas, la del ochomilismo, presenta unos ingredientes muy atractivos desde el punto de vista de la actividad que se va a desarrollar en esos gigantes. Y, cuando decimos ochomilismo, queremos concretar que se trata de los ochomiles de Pakistán.
En términos generales, podemos adelantar que estamos ante una de las temporadas más interesantes de los últimos años. Por lo menos, por expediciones que no sea. En total, cinco son los equipos que han presentado sus propuestas; dos de ellos coincidirán en el G-I o Hidden Peak (8.068 m), dos más en el Nanga Parbat (8.125 m) y otro en solitario en el K2 (8.661 m).
Todos ellos, respetando las fechas de nuestro invierno, intentarán aportar en la historia del ochomilismo invernal, esos ochomiles del Karakorum que siguen vírgenes. El año pasado fue el trío compuesto por Cory Richards, Denis Urubko y Simone Moro quienes por fin abrían las puertas de los ochomiles del Karakorum en invierno tras firmar una gran actuación en el G-II. Los demás, como adelantábamos, han sido intentados pero no hollados: Broad Peak, G-I, Nanga Parbat y K2. Solo el Broad Peak quedará para otra ocasión.
Siempre se ha dicho que los ochomiles invernales son un asunto de los polacos, y así es. Pero durante estos últimos años es la figura del italiano Moro la que proporciona las claves de una nueva valorización de esta especialidad. En el 2003 firmaba la primera del Shisha Pangma junto al polaco Piotr Morawski; seguía en el 2009 con el Makalu (se cerraba así el círculo de los ochomiles del Himalaya) junto a Denis Urubko y, como apuntábamos, la temporada pasada se hacía con el G-I con Cory Richards y de nuevo Urubko.
Y, como el italiano ya nos adelantó en su momento, de nuevo vuelve a las andadas. Concretamente, hoy mismo parte a Pakistán con el objetivo de hollar el Nanga Parbat. Un ochomil que concretamente está ubicado en el Himalaya del Punjab, pero por aquello de la cercanía y de sus características con sus «hermanos» del Karakorum, pues se le mete en ese saco.
Esta vez le ha «fallado» el estadounidense Richards, pero no su compañero habitual, el kazajo Urubko, con quien forma una de las cordadas más fuertes del ochomilismo. Una cordada de dos, que intentará escalar la montaña en estilo alpino por la ruta clásica de la vertiente del Diamir: la ruta Kinshofer.
Por otro lado, Urubko y Moro compartirán campo base y ruta con un grupo -¡cómo no, polaco!- dirigido por Piotr Strzezysz. Sus otros cuatro componentes son Marek Klonowski, Lukas Biernacki, Tomasz Machiewicz y Bartosz Malinowski. Un «contratiempo» para Urubko y Moro, que querían trabajar solos en la montaña, aunque seguramente no harán ningún asco a la compañía polaca.
Presencia vasca
Sí, el leomarra Alex Txikon vuelve a proponerse el objetivo que la temporada pasada dejó pendiente en uno de los ochomiles del Karakorum: el G-I. Cabe recordar que, junto al austriaco Gerfried Göschl y el quebequés Louis Rousseau, Txikon intentó abrir una nueva vía en la cara sur de la montaña. Pudieron llegar hasta los 6.700 metros, pero la montaña y sus condiciones les echaron atrás.
A última hora, el trío apostó por una rápida ascensión por la vía normal de la vertiente norte, pero, de nuevo, cuando les quedaban unas seis horas a cima, el tiempo les obligó retirarse.
En esta ocasión, Rousseau no acompañará a sus colegas de la temporada pasada pero, en cambio, refuerzan el equipo con otros tres compañeros: el paquistaní Nisar Hussein, el suizo Hählen Cederic y el español Carlos Suárez. Tal y como adelanta el propio Txikon, el objetivo es el mismo: «Volvemos para acabar el trabajo que comenzamos la temporada pasada. Es decir, terminar la vía de la cara sur. El descenso, en cambio, lo planteamos por la ruta normal de la norte. Si lo consiguiéramos sería la primera travesía de la montaña». Viajan a mediados de enero.
El lemoarra y compañía comparten permiso con otro equipo polaco dirigido por el veterano Artur Hajzer. A sus «órdenes» estarán Asghar Ali Porik, Dariusz Zaluski y Adam Bielecki. A diferencia de los del Nanga Parbat, estos trabajarán la montaña por la clásica de la norte. Recordemos que Hajzer es uno de los grandes del ochomilismo invernal. Ya hace dos décadas fue uno de quienes se llevó la primera invernal al Annapurna. La temporada pasada ya estuvo con otro grupo numeroso intentándolo en el Broad Peak y, como decíamos, esta temporada ha apostado por el G-I.
Y, por último, tenemos al equipo ruso que intentará el K2, el único ochomil que -por ejemplo- en la temporada pasada no tuvo visita alguna. La última presencia fue en 2003, la correspondiente a la expedición dirigida por el más grande especialista: el polaco Krzysztof Wielicki. En ese equipo estuvo presente el propio Denis Urubko. Consiguieron montar el campo 4 a 7.750 metros, pero los vientos huracanados que azotaban esas alturas les hicieron retroceder.
La expedición rusa de esta temporada ya se encuentra en Pakistán. Viajó el pasado día 9, y, tras aclimatar, viajará en helicóptero al campo base. El equipo está compuesto por 16 expedicionarios, 10 de los cuales trabajarán en la montaña.
Y los nombres de los alpinistas no son nada desconocidos; todo lo contrario. Podemos decir que es una «selección rusa». Atentos a los protagonistas: Viktor Kozlov (líder), Alexey Bolotov, Vladimir Belous, Nikolai Totmjanin, Valery Shamalo, Vitaly Gorelik, Ilias Tukhvatullin, Andrey Mariey, Vadim Popovich y Nikolai Cherny.
El plan será intentar ascender el ochomil por la ruta Cesen hasta los 7.560 metros, y desde ahí seguir a cima por una nueva ruta. Trabajarán la montaña por equipos (estilo «asedio»), llevan oxígeno artificial -aunque no tienen intención de utilizarlo- y esperan fijar dos kilómetros de cuerdas fijas.
Simone Moro
Alex Txikon
Todavía quedan cuatro ochomiles de Pakistán que no han sido hollados en invierno. En esta temporada cinco expediciones van a tres: G-I, Nanga Parbat y K2.
El alpinista lemoarra será el único ochomilista vasco en uno de los ochomiles: el G-I. Junto a sus compañeros, intentará terminar la vía que comenzó la temporada pasada en la cara sur.
«En principio íbamos a ir al Broad Peak, pero hace dos meses me llamaron los militares de Pakistán, que son los únicos que manejan el helicóptero, y me dijeron que habían cambiado el precio del helicóptero. Concretamente de 3.080 euros a 8.040 cada uno. Para mí es inmoral gastar tanto dinero en esta temporada. Y por ello nos vamos al Nanga Parbat».
«Hace 25 años se intentó por primera vez el Nanga Parbat y en total ha tenido 11 intentos. Eso demuestra que no es fácil; es mucho más difícil, porque el campo base no está a 5.000 metros, sino a 4.000. Son mil metros más de desnivel, y hay que tener en cuenta que las ventanas de buen tiempo son muy cortas y escasas».
«Con la cumbre del G-II abrimos las puertas a las montañas de Pakistán, y eso se ve claro, por ejemplo, en el número de expediciones que esta temporada van a esos ochomiles. Compartiremos el campo base con un equipo polaco. Preferíamos estar solos, pero creo que no habrá ningún problema entre los dos equipos. Nosotros somos los que hemos cambiado de objetivo y, por lo tanto, no podemos decir nada».
«En el verano estuvimos en el G-I, y dejamos un depósito de material en el campo tres de la ruta normal. Creemos que nos servirá, ya que nuestro propósito es descender por esa ruta. Para el ascenso tenemos una ventaja, y es que ya abrimos vía hasta los 6.700 metros. Conocemos la ruta, y eso nos ayudará». Andoni ARABAOLAZA