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Pedro Mari ZABALZA (1986-1993)

Diez características comunes

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JUEGO DIRECTO

Fue el santo y seña principal de la etapa de Zabalza, y entronizó a grandes cabeceadores como Rípodas, Robinson,  Ziganda, Urban o Merino. Aquel Osasuna no sólo explotó a tope saques de falta y córners, sino que logró numerosos goles con los saques de banda de Iñaki Ibáñez. Se hicieron famosas las peinadas al primer palo de Merino o el «córner de la cuadrilla» introducido por Robinson, en el que todos los jugadores de ataque se colocaban juntos fuera del área e irrumpían al sprint cuando llegaba el balón, imposibilitando los marcajes.

EFICACIA

Optimizar marcadores escasos fue una de las especialidades del Osasuna de Zabalza. Fue quinto en la Liga con 40 goles en 38 partidos (87-88) y cuarto con 43 (90-91).

ASTUCIA

Los saques rápidos de falta para sorprender a las defensas fueron otra innovación de Zabalza, sobre todo en la época de Ziganda, que se ganó así con creces el apodo de «cuco». Aquel equipo ganó muchos partidos por ser más listo y más atento que el contrario.

FUERZA EN CASA

Zabalza logró convertir El Sadar en un fortín, aunque en realidad esta característica ya le vino heredada de las épocas de Pepe Alzate e Ivan Brzic. Por citar un ejemplo contundente, en la temporada 1990-91, ganó doce partidos en casa y únicamente perdió dos.

CANTERA

Aquel Osasuna se nutría de la cantera en más de un 50%. Los Ibáñez, Bustingorri, Rípodas, Ziganda, José Mari, Unzué o Goikoetxea no sólo fueron la base del equipo, sino que aportaron dinero luego con sus ventas a Valencia, Atlético de Madrid, Athletic y Barcelona, respectivamente. El tránsito de Tajonar a El Sadar era muy natural cada temporada, incluso aunque el Promesas hubiera caído a Tercera División en alguna temporada a mediados de los 80. Los hermanos Larrainzar fueron otro ejemplo destacado de todo ello.

OPTIMIZACIÓN

Zabalza sacó enorme rendimiento de jugadores que no destacaban excesivamente sobre el campo, pero resultaban muy eficaces. Cuatro casos claros fueron el portero Roberto, el líbero Pepín, el lateral De Luis y el pivote defensivo Martín González. De hecho, sólo dos de todos los jugadores de su época llegaron a internacionales españoles, y para muy pocos partidos: Ziganda y Martín Domínguez.

HUMILDAD

La permanencia fue siempre el objetivo de partida de aquel Osasuna, incluso después de que diera un salto de calidad en 1990 con el recordado 0-4 del Bernabéu y un año después con la eliminación del Stuttgart, por aquel entonces líder de la Bundesliga, en laUEFA. Una manera de hacer que produjo detractores incluso dentro de la casa, como Michael Robinson, que sostuvo entonces y sigue sosteniendo hoy que la falta de ambición lastra a Osasuna.

INTENSIDAD

Uno de los mayores legados de Zabalza fue su insistente «si nos confiamos somos muy malos», que 25 años después sigue siendo uno los mantras del equipo y se repite como una letanía tras cada victoria. El veterano míster pamplonica sabía bien que mantener la intensidad era la clave del equipo.

COMPROMISO

Zabalza mantuvo una fidelidad total con Osasuna. Primero como jugador, como muestra el hecho de que volviera a Iruñea para jugar en Tercera en 1976 después de pasar por equipos del nivel del Barcelona y Athletic. Como entrenador, no sólo aguantó ocho temporadas, sino que volvió después para intentar rescatar a un equipo que penaba en Segunda (1996-1997). Sólo salió de Iruñea para entrenar al Rayo Vallecano en 1995, aunque duró poco.

Y, SOBRE TODO, RESULTADOS

El ex oberenista puede presumir de algo muy difícil en Osasuna: ganar más que perder en Primera. Sumó 115 triunfos por 89 derrotas. Y siendo el más longevo en el banquillo rojillo: 277 partidos.

 

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