Behatokia lleva diez años realizando un encomiable trabajo en favor de los derechos lingüísticos de los euskaldunes, y en este tiempo, en el que ha tramitado miles de expedientes, ha logrado convertirse en un referente para todas aquellas personas que quieren vivir en euskara y ven cómo desde las instituciones les ponen todo tipo de impedimentos para ello. Los responsables de este organismo pueden sentirse satisfechos con la labor realizada y el nivel de concienciación que gracias a ella han adquirido muchos euskaldunes, que han pasado de resignarse ante la vulneración de sus derechos a denunciarla y exigir que sean respetados.

Esta satisfacción, sin embargo, viene irremediablemente acompañada por el mal sabor de boca que deja el constatar que en todos estos años ninguna administración ha llevado a cabo pasos efectivos que garanticen el respeto de los derechos lingüísticos, de modo que aquellas personas que quieren desarrollar su actividad diaria en la lengua de este pueblo y relacionarse en ella con la administración siguen sufriendo la discriminación y el menosprecio de quienes deberían velar por ello. En este sentido, a Behatokia le sucede lo que a otros organismos que trabajan en este país cuya vocación es desaparecer lo antes posible pero cuyo trabajo continúa siendo necesario, porque a la sociedad vasca se le siguen conculcando todo tipo de derechos.

No es alentador comprobar que año tras año, en todos los herrialdes y administraciones, se repiten las mismas actitudes discriminatorias respecto a los euskaldunes, en algunos casos de manera sistemática, de modo que es necesario dar nuevos pasos para garantizar un derecho tan elemental como el de poder vivir en la lengua propia de cada uno. Ha llegado la hora de adoptar nuevos compromisos, en todos los ámbitos, para que el euskara deje de ser un obligado campo de reivindicación. Pasos firmes para que Behatokia pueda cumplir con su vocación lo antes posible.