Raimundo Fitero
Botella
Todo cuanto se diga sobre la nueva alcaldesa de Madrid, Ana Botella, puede ser tachado de machismo encubierto. Hacer una encuesta sobre la capacidad de esta funcionaria con muchos trienios en su nómina para ocupar este cargo es un síntoma de ello. Nadie se preguntó si su antecesor tenía capacidad para hacer algo más que endeudar al municipio donde reside el suegro de Iñaki Urdangarin. A los hombres, si son políticos, empresarios, policías o camareros, no se les cuestiona su capacidad, pero las mujeres deben demostrarla en cada instante. Una sobrecarga.
Otra cosa es que Ana Botella haya llegado al cargo de rebote. Que se supone se votó a Ruiz Gallardón y no a esta señora que representa políticamente la parte más retrógrada y reaccionaria del PP, que su vínculo matrimonial con José María Aznar nos provoque flato y una retahíla infinita de fobias que nos impiden coordinar nuestra batería argumental más allá de un impresionismo tabernario. Lo cierto es que mirando la tele, vemos que en la Comunidad de Madrid, gobierna Esperanza Aguirre, que en la capital, lo hace Ana Botella, que en el palacio de la Moncloa está Soraya Sáenz de Santamaría y de portavoz Mariano Rajoy, y que un poco más allá en otro palacio, queda el regalito franquista que da discursos navideños realmente impresentables y fuera de cualquier órbita democrática. Eso sí, aplaudido por los vividores del régimen.
Ese es el panorama institucional que retrata el futuro que se nos avecina. Con mayorías absolutas, estos depredadores van a cometer todas las fechorías que les parezcan oportunas. No tienen contestación. Solamente la resistencia social, sindical o periférica. Aquí se trata de ver si seremos capaces de soportar este exceso de laca. Y como en cada telediario van a aparecer las tres damas de honor, más la suegra de Urdangarin, el ejercicio de supervivencia estética va ser muy complejo de estructurar fuera de unos parámetros de deporte extremo. Cuando pasen estos días de atracones de turrones, mazapanes y compota, nos vamos a ir enterando. El lenguaje que van empleado está haciendo su labor de zapa, abriendo trincheras para el asalto final a todos los logros alcanzados.