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Abdul Haqq Salaberria Delegado en Euskadi de la Fundación European Muslim Union

Mezquitas y titulares con retranca

Cuando uno estudia periodismo o sociología cree que está estudiando «ciencias sociales y de la información», no «ciencias adivinatorias y del rumor»

Algunos titulares de prensa son como los roscones de reyes, pero en vez de llevar un haba o un muñequito escondido en su interior lo que llevan es una cápsula de cianuro o una piedra que nos rompe una muela. «Un tercio de los vascos se opone a la construcción de mezquitas», sentenciaba un titular recientemente, y añadía un subtítulo por si había alguna duda: «Muchos ciudadanos ven a los inmigrantes como receptores de prestaciones sociales».

Es curioso, porque si buscamos en Google «un tercio de los vascos» veremos que ese tercio u otro diferente: «quiere un trilingüismo equilibrado en las aulas» y «tiene alguna enfermedad crónica». Desde el punto de vista puramente periodístico, la noticia aquí no es la que resalta el titular. La noticia sería que «dos tercios de los vascos no se oponen a la construcción de mezquitas», porque leyendo la prensa diaria uno diría que la proporción podría ser la inversa. Entonces ¿por qué elegir la «no noticia» para un titular? ¿Para forta- lecer el tópico? ¿Acaso se estaba debilitando? Pues permítanme que yo tenga dos teorías que explican estos hechos desafortunados: el ilusionismo de las encuestas y el negocio de los clichés.

Las encuestas siempre acaban demostrando lo que uno quiere hacernos creer. Para ello no hay como elegir unas preguntas en vez de otras y dar por supuestas ciertas convenciones, como que la muestra representa a una población homogénea, que la interpretación de la repuesta es única y objetiva, o que la inteligencia media del encuestado está de sobra demostrada y encima es representativa del resto de la población. Eso es hacer ilusionismo científico; escapismo de la objetividad de mucho peor calidad que el de Houdini.

El negocio de los clichés es como el de los chicles, que a base de mascar y mascar la misma idea, esta pierde sabor, por lo que hay que renovarla de vez en cuando. Los clichés son mentiras que a base de repetirlas acaban percibiéndose como verdades universales. La única forma de desmontarlos es repitiendo un número similar de veces el anti-cliché, pero para eso es necesaria cierta voluntad política que no se si brilla por su ausencia o está por los Cerros de Úbeda. Cuando uno estudia periodismo o sociología cree que está estudiando «ciencias sociales y de la información», no «ciencias adivinatorias y del rumor».

Barcelona ha sido pionera en combatir estos rumores malignos que amenazan con una metástasis generalizada. La campaña «BCN antirrumores» trata de combatir la ficción con datos reales. Parte de la campaña consiste en la existencia de una web y un cómic con información objetiva que desmonta estos rumores, pero lo más interesante es la contratación y formación de «agentes antirrumores» para combatir los mitos y difundir la campaña a través de las organizaciones locales y los barrios de la ciudad. ¿Cuál era su misión? Contradecir las ideas desinformadas sobre los inmigrantes y combatir la discriminación. ¿Cómo? Actuando siempre que sea necesario durante las actividades normales de su vida cotidiana. Pero, qué necesidad habría de combatir rumores con voluntarios y agentes sociales si lo más sencillo sería poner hacer ganchillo a las «viejas del visillo» que merodean muchas redacciones de periódicos, emisoras de radio y estudios de televisión.

No creo que los periodistas se hayan enterado de la responsabilidad que tienen en facilitar la convivencia entre los ciudadanos de este país. Ya sabemos todos que si esto fuera la Casa de la Pradera se venderían menos periódicos. Pero desgraciadamente no tienen que preocuparse por eso, así que no es necesario inventar malas noticias para vender más periódicos. Si no quieren echar por tierra el trabajo de los que se dedican a construir las bases para que la comprensión, el respeto y la cooperación entre diferentes sea posible en una sociedad abierta, diversa y rica, al menos lo están entorpeciendo.

Yo les pregunto: ¿por qué? ¿qué ganamos por esta vía? ¿hacia dónde nos conduce el rechazo del diferente? ¿queremos realmente alimentar las calderas del odio, la xenofobia y dar poción mágica a la ultraderecha?

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