Aizpurua y Labayen: puntas de lanza del modernismo arquitectónico
El Real Club Náutico de Donostia es una de las obras más importantes de los arquitectos José Manuel Aizpurua y Joaquín Labayen. Ámbos eran guipuzcoanos, estudiaron juntos en Madrid y, aunque tuvieran ideologías dispares -Aizpurua era falangista pero Labayen no-, trabajaron juntos. Ahora, la delegación guipuzcoana del colegio de arquitectos vasco-navarro aprovecha su colección «Arquitectos guipuzcoanos» para sacar a la luz la vida y obra de estos dos creadores
M. LARRINAGA | DONOSTIA
El Real Club Náutico de Donostia es un edificio de marcado carácter, que puede considerarse como un símbolo de la ciudad. Pero no todo el mundo conoce a sus creadores, dos guipuzcoanos, uno de Tolosa y otro de la capital, que se conocieron cuando cursaban estudios universitarios y cuyo trabajo, realizado en el estudio que compartían, fue considerado como puntero, hasta el punto de que interesó a nombres como Le Corbusier, padre del Movimiento Moderno en la arquitectura. Fueron pareja profesional en el estudio Labayen & Aizpurua desde 1927, año en que se licenciaron, hasta 1936, cuando fusilaron a Aizpurua por su militancia falangista. Labayen -que, según su biógrafo, nunca fue falangista- continuó su carrera en Tolosa.
José Manuel Aizpurua (Donostia, 1902) y Joaquín Labayen (Tolosa, 1900) fueron los hombres que crearon el Náutico, un edificio que aparenta ser un barco anclado eternamente en la ciudad. Junto a él se erige un embarcadero existente desde antes de su construcción, que tuvo lugar entre 1928 y 1929. El edificio es considerado como una joya del Racionalismo arquitectónico -una corriente surgida tras la primera Guerra Mundial- y es anterior incluso a la villa Le Corbusier. Múltiples publicaciones estatales e internacionales («Arquitectura», «A.C.», «Cer Baumeister», «Cahiers d'Art»...) así como críticos e historiadores (Sigfried Giedion, Henry-Russell Hitchcock, Philip Johnson...) han ensalzado su belleza y singularidad. Incluso Charles Edouard Jeanneret, más conocido como Le Corbusier, viajó hasta Donostia para conocer el edificio y a los hombres que lo diseñaron.
Aizpurua y Labayen fueron compañeros de promoción de la Escuela Técnica Superior de Madrid, donde forjaron su amistad y también un estudio de arquitectos en el número 32 de la calle Prim de la capital donostiarra. Fue una pareja que concibió la arquitectura como algo más que diseño; la entendían como un servicio social, un modo de transformar lo urbano, la arquitectura en sí, y la sociedad. Hicieron de Donostia un referente cultural europeo al organizar exposiciones, proyecciones de cine, seminarios... Incluso lograron llevar a Le Corbusier a Bilbo para dar una charla.
Su obra más conocida e internacional es el Náutico, pero Aizpurua también participó como arquitecto en el Ministerio de Instrucción Pública del Gobierno republicano y diseñó unas colonias de veraneo en Zarautz. Sin embargo, sus simpatías políticas iban por otro lado. Debido a la amistad que le unía a José Antonio Primo de Rivera, Aizpurua participó en la fundación de Falange española. Murió fusilado en la cárcel de Ondarreta el 6 de setiembre de 1936. Labayen en los años 40 se trasladó a Tolosa, donde continuó trabajando hasta su muerte en 1995.
La Delegación de Gipuzkoa del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro ha publicado el segundo tomo de su colección «Arquitectos guipuzcoanos», centrándose ahora en la vida y obra de Joaquín Labayen y José Manuel Aizpurua, y ha sido escrito por José Ángel Medina Murua.
Una de las razones por las que lo ha escrito es que el Náutico fue la obra más publicada en los años 30 e incluso el MOMA de Nueva York incluyó este edificio en su catálogo de una exposición. Además, la pareja no volvió a repetir la fórmula, reinventándose en cada proyecto.M. L.
La Delegación de Gipuzkoa del Colegio Oficial de Arquitectos organizará el próximo febrero o marzo una exposición sobre estos dos arquitectos en el centro cultural Koldo Mitxelena de Donostia.