La andadura de Kutxabank no ha empezado con buen pie, pues hacerlo sin respetar el contrato de integración que aprobaron las asambleas no es un buen comienzo, sino todo lo contrario. El hecho de marginar a Bildu y PSE del Consejo de Administración supone que la pluralidad que buscaba el acuerdo de fusión no se vea reflejada en sus órganos directivos, y la excusa del carácter «profesional» de los nuevos consejeros no logra esconder los intereses de los dos partidos que copan el Consejo. Claro que la profesionalidad y la eficacia son importantes, sin olvidar que estas deben ser puestas al servicio de una entidad que en este caso tiene una función social, pero esto nada tiene que ver con el proceder de PNV y PP. Da la impresión de que el objetivo de algunos era lograr la fusión de cualquier forma, aun escondiendo su verdadera intención, para después maniobrar de espaldas a quienes ahora han sido apartados.

Un mal comienzo que debería ser corregido y que no debería tener continuidad, por ejemplo, en lo referente a las condiciones de los trabajadores de las cajas. Ayer el sindicato LAB hizo un llamamiento al Consejo de Administración de Kutxabank para que consulte a los trabajadores sobre el ámbito de negociación del convenio colectivo y, por supuesto, para que respete la decisión de los mismos. Tras un comienzo con mal pie, sería no solo conveniente, sino exigible.