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Josu MONTERO I Escritor y crítico

Miedo


 
Acojonados. Así es como estamos dando los primeros pasos por este endiablado año. «Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario»; esta es la definición de la palabra «miedo» del diccionario de la RAE. Miedo al paro o a no encontrar trabajo, al subempleo, a la precariedad, a la inseguridad, a quedar desprotegido, a empobrecernos. Miedo indefinido. Desasosiego social que se cuela por todos los resquicios. Los medios de comunicación, la voraz inmediatez de internet se encargan de generar sin pausa esa corriente de temor, en la que nosotros también participamos activamente. El miedo paraliza, eso lo sabe muy bien el poder, que siempre lo ha utilizado para inyectar pasividad y conformismo, e incluso para culpabilizar a las víctimas: nosotros somos los causantes de la debacle por vivir muy por encima de nuestras humildísimas posibilidades. Mucho tuvo que ver el pavor provocado por la Crisis del 29 en la desmovilización de la población y en el democrático ascenso al poder en Europa de salvadores de nefasto recuerdo. La historia se repite -no hay más que echar un vistazo a Europa-, porque se encargan de que la desconozcamos. La segunda partida que ha sufrido un recorte más drástico en los presupuestos recién aprobados en la CAV es Cultura, con un 8,2% menos de dinero, 25 millones de euros. Al futuro San Mamés se destinan 35, por algo es la Catedral -con la Iglesia hemos topado-. Recesión y Deportes. Economía y Fútbol. ¿Para qué más? Lleva un mes en las librerías «La economía del miedo», de Joaquín Estefanía. Lo mismo más o menos que «Otra ciudad, otra vida», del vitriólico poeta donostiarra Karmelo Iribarren: «La vida sigue -dicen-/ pero no siempre es verdad./ A veces la vida no sigue./ A veces sólo pasan los días».
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