«Queríamos reunir a los amantes de la música clásica y del cine»
Director de la Euskadiko Gazte Orkestra
Esta semana los auditorios de Bilbo, Gasteiz y Donostia han acogido una propuesta musical diferente de lo habitual, pues unía la proyección del clásico «Luces de la ciudad» de Chaplin con la interpretación en vivo de la banda sonora que el director de cine y también compositor escribió para ella. Los encargados de llevarlo a cabo han sido la Euskadiko Gazte Orkestra y su director, Juanjo Ocón.
Mikel CHAMIZO | DONOSTIA
El donostiarra Juanjo Ocón, que lleva 10 años dirigiendo la EGO, conoce a la perfección las posibilidades de los jóvenes que conforman la orquesta y les ha llevado en los últimos años a tocar algunas de las piezas más difíciles del repertorio sinfónico. Ahora acaba de abordar con ellos un reto tan diferente como es el de acompañar la partitura que Charles Chaplin escribió como banda sonora para su película «Luces de la ciudad». Un reto que ha exigido de músicos y director unas cualidades muy diferentes de lo habitual, pero que ha sido reconocido por los públicos de Bilbo, Gasteiz y Donostia con auditorios repletos y grandes ovaciones.
¿En vez de un programa sinfónico tradicional, por qué se han decantado por este proyecto que junta el cine con la música en directo?
En realidad no es algo nuevo, porque dentro de la trayectoria de la EGO ya hemos hecho otras dos películas de Charles Chaplin. Lo hacemos porque es un trabajo interesante para los músicos y porque a la gente joven la música de películas le encanta. El otro objetivo es reunir en un mismo espacio al público de la música clásica, los que van a los conciertos de la OSE o la BOS, con los amantes del del teatro y del cine. Y también a un público de todas las edades, pues el lunes el Euskalduna estaba repleto de niños de 8 o 9 años que disfrutaron muchísimo y no pararon de reirse. Puede que no sea el repertorio más tradicional para una orquesta, pero cuando lo hacemos recibimos muchos agradecimientos por ello.
¿Con qué actitud han abordado este trabajo de acompañar imágenes los jóvenes músicos de la orquesta?
Con ilusión, aunque al principio había media docena a los que parecía no interesarles demasiado. Pero eso cambió en el momento en que nos pusimos a ensayar y comprobaron que es un trabajo de enorme exigencia, pues en una película como esta hay que clavar cada imagen con su correspondiente sonido, y esto abarca desde un movimiento del bigote a una caída o un golpe. Alguno se asustó al pensar que la película iba a ser así durante 86 minutos, pero al final les ha venido muy bien para desarrollar la concentración y estar completamente atentos a las órdenes del director.
¿Por qué han elegido concretamente «Luces de la ciudad» de Charles Chaplin?
Porque, si no me equivoco, es la primera vez que se va a poder escuchar en el Estado, pues este año se ha levantado por fin en España el contencioso que enfrentaba a la familia de Chaplin con la de José Padilla por el uso en la película de la melodía de la zarzuela «La violetera», que Chaplin utilizó en la banda sonora sin registrala. Por eso este live performance de «Luces de la ciudad» se había hecho muchas veces en el extranjero, pero no aquí. Además de eso, supone un buen trabajo técnico para los músicos porque contiene muchos elementos de sincronización.
¿Cuáles son los retos de este trabajo para usted, como director?
Para mí, principalmente, es un intenso proceso de estudio que luego, seguramente, no podré volver a aprovechar, porque este tipo de proyecciones con música en directo no se hacen muy a menudo. Otros directores me recomiendan que estudie diez sinfonías que pueda dirigir una y otra vez. Ese es un punto de vista más práctico, pero a mí me gustan los retos y las cosas nuevas. De hecho, aquí, aunque también suelo dirigir zarzuelas, ya se me ha etiquetado un poco como director de proyectos algo singulares, y cuando aparezco por el Orfeón Donostiarra ya les entra el terror de qué será la cosa rara que les va a tocar hacer. Pero yo voy cumpliendo mis objetivos: fuera ya he dirigido varias películas y suelo ir a Bratislava a grabar, y aunque aquí nadie se entera de esas cosas, yo estoy satisfecho.
¿Y qué cree que se van a llevar aprendido los músicos tras tocar este Chaplin?
Ellos, a partir de esta semana, cuando vuelvan a las orquestas de sus conservatorios, van a estar conectadísimos y extraordinariamente atentos a los gestos del director. Esto se les pasará al mes pero habrán conocido lo que es trabajar con niveles de concentración tan altos. Los profesores que han venido al encuentro de la EGO para dar clases de instrumento estaban encantados, y nos han transmitido que ojalá se hiciera eso en sus orquestas. Además recientemente hemos tocado cosas muy ambiciosas con la EGO, como «La Consagración de la Primavera» o la «Sinfonía nº5» de Mahler, y este concierto cinematográfico tiende a redondear también nuestra propia actividad artística.
Una actividad que, seguramente, estará en el futuro laboral de alguno de estos jóvenes músicos.
Por supuesto. Y no sólo porque hay orquestas especializadas en música de cine, también porque las orquestas grandes cada vez tocan más este tipo de repertorio. La Orquesta de París, sin ir más lejos, hizo esta misma película de Chaplin el pasado día 23. Eso es cada vez más generalizado entre las orquestas europeas y americanas, que parece que empiezan a querer sacar al público del típico formato de obertura, concierto y sinfonía de los conciertos clásicos. Así que es cada vez más importante que los jóvenes músicos se familiaricen con esta forma de trabajar, aunque luego ellos prefieran tocar el repertorio sinfónico de toda la vida.
«En la película `Luces de la ciudad' hay que clavar cada imagen con su sonido, y esto abarca desde un movimiento del bigote a una caída o un golpe»
«Es un intenso proceso de estudio que luego, seguramente, no podré volver a aprovechar, porque este tipo de proyecciones no se hacen a menudo»
La Euskadiko Gazte Orkestra, popularmente conocida como EGO, es ya una adolescente que cumplirá quince años de existencia durante el 2012. Cuando nació, allá por el 97, logró generar una gran expectación entre los estudiantes de música de Euskal Herria y alrededores (pues también acoge a músicos de Cantabria, Burgos y la Rioja) y los primeros encuentros y conciertos, con Juanjo Mena al frente, fueron un hito importantísimo para la vida musical del país, que por fin contaba con su orquesta de jóvenes. Quince años y treinta encuentros más tarde, formar parte de la EGO sigue siendo objeto de deseo de los jóvenes músicos. Según Mikel Agirre, gerente de la EGO, «tenemos una media de unas 250 solicitudes de ingreso cada año, que es una buena media teniendo en cuenta que se les pide el grado medio o superior de música para poder entrar». El alto nivel de los instrumentistas que entran también les permite abordar proyectos artísticos cada vez más ambiciosos. «En los últimos dos años -continúa Agirre- hemos hecho dos sinfonías de Mahler, la `Cuarta' de Tchaikovsky, `El pájaro de fuego' y `La Consagración de la Primavera' de Stravinsky... un repertorio verdaderamente potente para una orquesta con gente tan joven». Jóvenes todo ellos, en efecto, aunque en esta orquesta con músicos entre los 16 y los 26 años, y con una media de 22, también hay miembros junior y senior. «Pero nos llevamos todos bien -defiende Juan Carlos Cabañas, un contrabajista de 16 años recién llegado a la EGO desde Santander-. Hay gente con mucho talento en la orquesta pero nadie es prepotente. Todo el mundo es muy majo». Cristian Pérez, un riojano de 24 años, coincide también en el buen rollo existente entre los componentes de la orquesta. Toca la tuba y en este proyecto le ha tocado hacer poco más que marcar los ritmos de las danzas y bailes de las que está repleta la película. «Este trabajo ha sido interesante por la manera distinta que tiene de trabajar -reconoce Cristian, que actualmente estudia en Musikene-, pero no es lo que más me interesa como futuro profesional». Ambos, Juan Carlos y Cristian, ingresaron en la EGO el pasado verano, pero algunos de sus miembros llevan bastante tiempo tocando en la orquesta. Es el caso de José Luis, un violinista bilbaino que lleva ya dos en la EGO: «De momento mi intención es la de continuar en la orquesta -confiesa-. Después de cada encuentro nos llega una carta diciéndonos si seguimos como titulares o tenemos que volver a hacer la prueba de acceso. Yo sigo como titular y estoy contento, porque es una buena preparación para tocar luego en orquestas profesionales, que es mi objetivo».
Juanjo Ocón, que lleva dirigiendo la EGO desde hace diez años, reconoce que el tema de las sustituciones es uno de los más espinosos en una orquesta como esta. «Es un problema para mí como director -explica Ocón-, porque en un momento dado tengo una sección de percusión magnífica y, de repente, esos músicos ya no están. Pero a cambio tienes muy buen viento metal. Es complicado, porque en realidad se trata de una orquesta diferente cada año». También es duro para Ocón tener que despedir a los músicos: «Hoy terminan los conciertos y mañana mismo tengo que empezar a pensar quién seguirá y quién no. A veces cuesta especialmente, porque algunos chavales llevan muchos años en la orquesta. Pero es necesario que salgan para que entren otros, una orquesta de jóvenes es así».
¿Cuál será el futuro de la EGO en medio del torbellino de la crisis? Parece que existe una cierta incertidumbre entre sus directivos. «Nosotros no pertenecemos al Departamento de Educación -aclara Ocón-, como Musikene o los conservatorios públicos. Para ellos los recortes que se avecinan son más pequeños. Nosotros dependemos del Departamento de Cultura, que es uno de los ámbitos que más está sufriendo con la crisis. Acabo de llegar de trabajar en Canarias -continúa el director-, y allí los recortes en cultura han ascendido al 65 por ciento. Se han cargado la vida cultural de allí. Si aquí sucediera algo similar sería catastrófico». M. C.
«Recientemente hemos tocado cosas muy ambiciosas, como `La Consagración de la Primavera' o la `Sinfonía nº 5'»
«Cuando vuelvan a las orquestas de sus conservatorios, los músicos van a estar conectadísimos y atentos a los gestos del director»