Amparo LASHERAS Periodista
Bilbo, 7 de enero, otra batalla ganada
Debo de confesar que esta columna hubiera deseado escribirla mañana, después de la manifestación que hoy recorrerá las calles de Bilbo por los presos políticos vascos. La realidad vivida en cada paso de la marcha impregnaría este texto de los rasgos que definen algo más que un ejercicio periodístico, a la información veraz de lo que se ve se uniría la emoción de lo que se siente y la fuerza de lo que se cree. Pero, aunque 2012 se augure como un año de cambios sorprendentes, nadie puede trastocar el tiempo inmediato. Así que, asumidas las limitaciones físicas del tiempo, hablo desde la hipótesis certera y deseada de que esta tarde se va a escribir una página histórica en el relato del presente de Euskal Herria. El silencio impuesto por la Audiencia Nacional respecto a cualquier grito o imagen que recuerde a las prisioneras vascas y las amenazas del señor Ares de cargar contra los manifestantes si eso ocurriera, no incidirá en la esencia de por qué miles y miles de personas de distintas procedencias y convicciones se han unido para recorrer, «codo a codo», las calles de Bilbo. La presencia de los presos políticos no se puede regular, se lleva dentro y constituye una reivindicación que se alza sobre cualquier prohibición e intimidación judicial o policial. Su importancia en Euskal Herria trasciende a las palabras revanchistas de quien se reconoce perdedor político y crecerá en el silencio de los pasos, un poco vagabundos y siempre libres, de los que hoy avanzarán para exigir el primer requisito de un nuevo tiempo en la resolución del con- flicto. Por eso me adelanto un día y escribo que ayer se ganó otra gran batalla política al Estado español.