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Prisión para el hasta 2010 jefe del Estado Mayor del Ejército turco

El ajuste de cuentas del Gobierno islamista turco con el golpismo militar, mediático, judicial y político, ha superado un nuevo listón. El que hasta hace poco más de un año era el número uno del todopoderoso Ejército turco, general Ilker Basbug, fue interrogado y encarcelado en el marco del «caso Ergenekon» por intentar derrocar al Ejecutivo. El acusado reaccionó con indignación ante lo que tildó de «tragicomedia».

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GARA | ANKARA

El hasta hace dos años jefe del Estado Mayor del Ejército turco, general Ilker Basbug, fue encarcelado en la madrugada de ayer acusado de intentar derrocar al actual Gobierno en el por ahora último episodio de la pugna entre la otrora todopoderosa cúpula militar kemalista y el partido islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP).

El general, que dejó el cargo en 2010 y pasó a retiro, fue inquirido el jueves por la Fiscalía de Estambul en calidad de sospechoso en el marco de una investigación sobre una campaña de acoso al gubernamental AKP. Tras siete horas de interrogatorio, fue transferido ante un tribunal con una demanda de encarcelamiento en régimen de prisión provisional. Luego fue trasladado a la cárcel de Silivri, donde compartirá patio con otros camaradas acusados de intentos de complot.

Decenas de oficiales -en activo o en retiro- han sido detemidos en los últimos años acusados de participar en intentos de golpes de Estado pero la de Basbug es la primera detención de un ex número uno del Ejército.

Desde la llegada al poder de Mustafah Kemal Ataturk sobre las cenizas del imperio otomano, la cúpula militar se ha arrogado el papel de garante del régimen -proocidental y laico- y tumbó a cuatro gobiernos en medio siglo, incluido en 1997 el del entonces primer ministro islamista Necmettin Erbakan, antiguo mentor del actual jefe del Gobierno, Recep Tayyip Erdogan.

La investigación contra el general Basbug es parte de un dossier con amplias ramificaciones, que incluyen acusaciones contra varios altos mandos militares por crear sitios de internet para difundir propaganda antigubernamental y desestabilizar al Estado turco.

Durante el interrogatorio, el acusado rechazó las acusaciones y calificó la situación como «tragicómica». «Tener que hacer frente a semejantes acusaciones es para mí el peor de los castigos. Después de esto en nada me puede afectar la pena a la que me condenen, sea la que sea», señaló ante la Fiscalía, a la que recordó que «si realmente hubiera tenido malas intenciones, y teniendo en cuenta que tenía bajo mi mando a 700.000 hombres, habría utilizado sin duda otras posibilidades».

El abogado del militar anunció que intentará que el caso no sea juzgado por un tribunal ordinario y que quede bajo la jurisdicción del Tribunal Supremo, máximo órgano de una judicatura contraria al AKP y que añora el kemalismo.

La tercera pata de los poderes fácticos, el partido kemalista CHP, tachó a los jueces que enviaron al militar a la cárcel de «tribunales de excepción que siguen el dictado de las decisiones de las autoridades políticas». La cuarta pata, la prensa, tampoco se quedó callada.

PATALETA

El diario opositor «Hurriyet» mostró su malestar al preguntar malévolamente si los tribunales intervendrían «mañana con el mismo vigor para defender a la sociedad de los ataques autoritarios del AKP».

APLAUSO

«El hecho de que Basbug, quien hasta ayer ordenaba con un simple gesto hasta dónde podían llegar los jueces, sea interrogado y encarcelado indica que estamos ante un cambio del sistema», se vanagloriaba el diario progubernamental «Sabah».

Un paso importante, pero aún «insuficiente» para muchos

El diario «Taraf» ha jugado un papel crucial desde su fundación en 2007 en la crítica al papel del Ejército y en la denuncia de tentativas de golpes de Estado. Desde su columna en la edición de ayer, su redactor jefe, Ahmet Altan, saludó la detención del general como «un paso importante hacia la democracia» pero matizó que «no es suficiente. Enviamos a Basbug ante los jueces pero evitamos forzar al Estado a que sea transparente», señaló, poniendo como ejemplo la muerte de 35 civiles kurdos la pasasa semana en un bombardeo del Ejército turco y la ausencia de comunicación oficial alguna sobre las causas de ese «error».

Más allá de la cuestión kurda va Ahmet Insel, autor de un libro sobre el papel del Ejército en la vida política turca. «Nada nos garantiza a día de hoy que el Ejército (...) será un actor totalmente exterior al juego político. La cúpula militar podría perfectamente seguir interviniendo en política al lado del Gobierno», asegura.

De vuelta al caso concreto de la detención y encarcelamiento de Basbug, Insel, profesor en la Universidad Galatasaray de Estambul señala que estamos «ante un hecho con una carga simbólica evidente (...) pero el Rubicón fue cruzado ya hace un año y medio y vivimos ahora los sobresaltos finales. El experto se refiere a la apertura a finales de 2010 de un proceso contra alrededor de 200 militares acusados de complot, entre ellos varios generales.

Zulfu Livaneli, cronista del diario «Vatan» y antiguo diputado kemalista, se niega a valorar las imputaciones contra Balbug aunque reconoce lacónicamente que «el Ejército tiene un pasado sombrío». GARA

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