Al menos 28 personas han muerto en los dos últimos días en el norte de Nigeria en tres ataques contra comunidades cristianas después de que expirase el ultimátum de los islamistas de Boko Haram a los fieles de esa confesión para que abandonen el norte del país. En el último atentado, perpetrado ayer en el Estado de Adamawa (noreste), hombres armados abrieron fuego contra un duelo de cristianos, dejando un reguero de 17 muertos, según testigos citados por AFP. Los ataques fueron reivindicados ayer mismo por Abul Qaqa, portavoz del grupo islamista.

Un habitante de Mubi, donde se produjo el ataque, afirmó que, tras la muerte la víspera de cinco personas en un ataque contra un hotel, sus deudos y familiares se reunieron en la casa de una de las víctimas. «Hombres no identificados llegaron a la casa y mataron a 17 personas», declaró Zubairu Abdulaziz. También en el noreste del país se produjo un ataque el jueves por la noche contra un grupo de fieles reunidos en una iglesia cerca de Gombe. «Eran las siete y media de la tarde (misma hora en Euskal Herria) cuando unos hombres armados irrumpieron en la iglesia y abrieron fuego contra la asamblea de fieles. Seis personas murieron en el ataque y otras diez resultaron heridas», explicó a la AFP John Jauro, pastor de la iglesia atacada.

Ultimátum

Siempre en la misma zona del país, una turba se acercó ayer a una comisaría de Policía en Potiskum y empezó a disparar indiscriminadamente, indicaron residentes locales.

«Un gran número de hombres armados que parecen ser miembros de Boko Haram han venido y han rodeado las oficinas de la Policía. Gritaron 'Allahu Akbar' y dispararon indiscriminadamente», declaró un testigo, Kabiru Muazu.

Los ataques se produjeron tras expirar el miércoles un ultimátum formulado por un portavoz de la secta islamista Boko Haram a los cristianos para que abandonen el norte del país, mayoritariamente musulmán.

El sur de Nigeria, una nación de 160 millones de habitantes, es de mayoría cristiana. Sin embargo, millones de musulmanes viven en el sur y millones de cristianos en el norte.

Esta violencia sectaria se une a la represión lanzada por el Gobierno frente a las protestas contra el alza del precio de la gasolina. Una medida provocada por la decisión del propio Ejecutivo de eliminar las subvenciones al carburante, algo que generó una reacción social dura- mente reprimida.