El escándalo político-mediático que envuelve al presidente alemán, el democristiano Christian Wulff, lejos de aplacarse salpicó ayer a la canciller, Angela Merkel, que le instaló en ese puesto. Los medios de comunicación siguen cuestionando el futuro del jefe de Estado, en el centro de un escándalo relacionado con un préstamo privado de 500.000 euros que recibió y que luego liquidó en condiciones favorables con otro sospechoso crédito de un banco público y con las amenazas vertidas al diario «Bild» para impedir que divulgara esa información.