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PRIMERA FEMENINA Maite Bastyr

La navarra que juega al soccer

Estadounidense de madre beratarra, la atacante defiende la camiseta del Lagunak tras haber disputado la Liga universitaria de su país.

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Amaia U. LASAGABASTER

Se llama Maite, vive y estudia en Iruñea y juega en el Lagunak. Una joven navarra como otra cualquiera. Pero para completar el puzzle hay que añadir que el inglés es su primer idioma, que nació en la localidad texana de Galvestone, que se crió en Indianápolis o que estudió Químicas en la Universidad de Butler, con cuyo equipo disputó la Liga universitaria estadounidense.

Se trata de Maite Bastyr, el fichaje estrella, junto al de Danya Barsalona, del Lagunak. Estadounidense de madre beratarra, el pasado verano decidió estudiar una segunda carrera, Medicina, y ningún lugar mejor para hacerlo que Iruñea, ciudad que conoce bien, no en vano es donde han transcurrido habitualmente sus veranos. El posterior fichaje por el Lagunak no fue sino la consecuencia de su gran pasión. «No podía aguantar las ganas de seguir jugando. Me busqué la vida y como por aquí el Lagunak es lo mejor, entré en el equipo. Me encanta jugar, para mí el fútbol lo es todo».

Como afición. Porque Maite no descuida los estudios, consciente de que ganarse las alubias con el fútbol no es fácil. Misión imposible aquí y muy complicada en Estados Unidos, por mucho que se considere el paraíso del balompié femenino. «Está un tanto idealizado», analiza la delantera norteamericana, pese a reconocer que el deporte femenino recibe peor trato aquí que en su país. «Especialmente el fútbol, se ve que le cuesta tener relevancia en la sociedad. Pero es parecido en todas partes, no hay igualdad. En Estados Unidos hay más dinero para deportes en general, pero el reparto es significativo. El fútbol americano y el béisbol son los que reciben más dinero, luego el resto de los deportes masculinos y después los femeninos, pero siempre después. Pero es verdad que aquí las diferencias son mucho mayores».

Una escasez de recursos que se nota incluso sobre el césped. «Se nota mucho quién está compitiendo solo por conseguir la permanencia y quien lo hace también por que el equipo siga existiendo la temporada siguiente». Aunque no todas las consecuencias son negativas. «No tenía demasiada idea de lo que me iba a encontrar -reconoce-. Y lo que me he encontrado en los equipos contra los que hemos jugado y en el propio Lagunak son las ganas de jugar al fútbol. Y eso siempre da gusto. Allí hay equipos que compiten por el dinero que te dan para la universidad y aquí jugamos porque nos encanta».

Física y técnica

No es, evidentemente, la única diferencia con el balompié estadounidense, en el que, en opinión de Maite, prima la preparación física. «Aquí también se trabaja, claro, pero allí se prepara mucho más físicamente a las jugadoras. Correr, hacer sprints, hacer pesas... Es fundamental, es la base del entrenamiento. Y eso se nota en el ritmo del juego y en cómo se aguanta un partido de noventa minutos. Aquí hay más toque de balón; allí se trabaja más el físico y la estrategia y aquí se prima más la técnica». Algo con lo que la atacante se reconoce encantada «porque lo físico... Entiendo la importancia, pero tampoco me gustaba jugar así, con balones largos... Me gusta más jugar más en equipo, con balones cortos, que haya varios toques en cada jugada, buscar a las compañeras...».

Diferencias que también suscitan la curiosidad. Y es que Maite no tiene muy claro qué papel desempeñarían los equipos más potentes de Primera si disputaran, por ejemplo, la Liga universitaria de Primera, en la que ella competía con Butler, pero sí le gustaría «ver qué pasaría. Sería interesante porque se enfrentarían un juego muy directo y otro mucho más técnico. Pero yo creo que sí, que podrían competir en aquella Liga».

Objetivo factible

Aunque, quizá, al otro lado del Atlántico Barcelona, Athletic o Espanyol tendrían que conformarse con pelear por la permanencia. Como sucede en Primera con el Lagunak, que ve un poquito más cerca ese objetivo después de que el domingo se impusiera a un rival directo como el Collerense, ampliando a seis puntos su colchón respecto al descenso.

Maite, que contribuyó con dos dianas al triunfo amarillo -«ya era hora, que llevaba un miserable gol», sonríe-, cree que, más allá de los puntos, el choque «nos vino bien para despejarnos un poco y quitarnos un poco de la cabeza esos partidos que hemos perdido cuando podíamos haber ganado. Ha sido como poner un punto con el cambio de año y empezar de nuevo, más despejadas, con confianza y con ganas de trabajar para que las cosas salgan mejor».

Y, en definitiva, para que Lagunak alcance la meta de la salvación. Algo en lo que Maite confía -«no va a ser fácil, hay que pelearlo en cada partido, pero desde luego no es imposible, creo que lo vamos a conseguir»- y a lo que aspira, no sólo «porque es nuestro objetivo deportivo, sino también por respeto a todo el trabajo que han hecho en temporadas anteriores las veteranas, las que siguen y las que se han ido».

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