Mikel INSAUSTI

Los distribuidores han hecho mal en titular el nuevo guión de Dean Craig “Una boda de muerte”, porque condiciona demasiado su visionado, provocando las innecesarias comparaciones con su anterior éxito “Un funeral de muerte”. Además, esta vez no hay ningún cadáver recalcitrante de por medio, y su inspiración viene más por el lado de las comedias gamberras yanquis sobre despedidas de soltero. Es injusto, puesto que el autor ha hecho un considerable esfuerzo por cambiar de escenario, ya que la boda, por más que el novio sea inglés, se celebra en una hacienda enclavada en un territorio salvaje de Australia. Para mayor intención metafórica, la mansión del padre de la novia nativa se sitúa al borde de un acantilado. Y por si todo eso fuera poco, el director es el mismo Stephan Elliott de “Priscilla, reina del desierto”, en tanto que la estrella local invitada para animar el bodorrio no es otra que una desmadrada Olivia Newton-John, que a su edad ya no le teme al ridículo.

Si en “Un funeral de muerte” el difunto servía de revulsivo cómico, en “A Few Best Men” esa función esencial la cumple un carnero llamado Ramsey. El animal, elegido como símbolo viviente de la campaña política del senador anfitrión, acabará siendo ultrajado por los cuatro visitantes ingleses, que son el novio y sus tres colegas, los padrinos del título original. No es más que una de las tantas irreverencias que comete el cuarteto, dando lugar a una consecución de escenas sobre todo tipo de excesos sexuales, tóxicos y escatológicos. El humor que se desprende de tales andanadas contra el buen gusto no deja de ser provocador, pero también resulta previsible y algo forzado. Eso sí, las cuatro caracterizaciones principales están muy bien diversificadas, aunque me quedo con el pequeño Graham interpretado por Kevin Bishop y sus divertidas meteduras de pata. El repertorio de canciones que suena durante la fiesta nupcial incluye cosas como “Sugar Sugar” o la sintonía de la serie televisiva “Vacaciones en el mar”.