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Los métodos para analizar la calidad del agua de la Ría, hacia un futuro «verde»

El trabajo hacia un mundo más ecológico ha recibido un pequeño empujoncito en el ámbito de la química analítica gracias a una tesis de la investigadora Ainara Gredilla, que plantea un tratamiento más «verde» de las muestras sedimentales del agua de la Ría de Bilbo.

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Mikel PASTOR | BILBO

La conciencia ecológica va dando pasos hacia adelante en nuestra sociedad y, aunque todavía sea un camino al que le falte mucho recorrido, cada vez son más las personas que, dentro de su ámbito particular de actuación, mantienen un comportamiento respetuoso para con el medio ambiente.

Es el caso de Ainara Gredilla, una joven investigadora leioaztarra que, en su tesis doctoral, ha planteado una nueva forma de análisis de los sedimentos para conocer la cantidad de metales depositados en la Ría bilbaína.

Hasta ahora los sedimentos recogidos eran tratados por el método, llamémosle, «tradicional», es decir con ácido nítrico o clorhídrico. Estas sustancias proporcionaban buenos resultados, pero dejaban inservible cualquier tipo de muestra recogida, limitando su validez a un solo análisis.

Ante esta disyuntiva, Gredilla optó por desarrollar su tesis doctoral en busca de nuevas alternativas de análisis de sedimentos, siguiendo así la estela de su actual compañera de investigación, Silvia Fernández, quien también fuera profesora interina y directora de su tesis.

«Estaba en el último curso de la carrera, pero aun así seguía echando en falta algo más de práctica», confiesa Ainara Gredilla cuando le preguntamos sobre el inicio de esta aventura. «Por eso me interesé en opciones que me permitieran trabajar más en laboratorio, más en el apartado práctico», para lo que se puso en contacto con algunos de sus profesores.

Ante el entusiasmo de su joven estudiante, los profesores le ofrecieron dos opciones, dos proyectos de investigación que estaban en marcha por aquel entonces. Ella no lo dudó: «Tras leerme la tesis que había elaborado Silvia Fernández, decidí que quería tirar por ahí». Esta nueva investigación le enganchó desde el primer día, llevándola a estudiar un máster relacionado con el tratamiento de sedimentos.

Terminado este máster consiguió una beca para poder seguir investigando otros tres años. Durante este período de tiempo, hizo dos viajes que marcarían de manera importante su tesis. El primero fue a Valencia, en una experiencia de un mes en la que se empapó «de todas las técnicas de medición mediante infrarrojos y de cómo construir modelos matemáticos a raíz de esos datos».

El segundo viaje sería a un lugar más lejano, Copenhague, y por más espacio de tiempo, tres meses, y fue igualmente enriquecedor. «La verdad es que aprendí muchísimo sobre diferentes ramas de la quimiometría que a la postre han sido importantes en mis investigaciones» relata.

Nuevas vías

Entrando ya de lleno en desmenuzar su tesis, Ainara Gredilla nos explica cómo eran los métodos tradicionales y en qué se basan, y qué mejoras pueden ofrecer estos nuevos análisis: «Lo normal hasta ahora era tamizar la muestra de sedimento, para después extraer su apartado metálico y pasarlo a la disolución. A esta disolución se suelen añadir ácido nítrico, clorhídrico, y cuando tenemos la mezcla, se saca su Masa ICP, que es un primer cálculo para medir la concentración de metales en el agua».

Estos eran los métodos usados hasta la fecha. En cambio, el equipo de investigación del que forma parte esta investigadora de la UPV-EHU ha investigado un proceso que abre nuevas vías: «Cogiendo las mismas muestras de sedimentos, hemos hecho una espectroscopia utilizando rayos X y rayos infrarrojos».

La pregunta surge inmediatamente entre la nebulosa de explicaciones químicas: ¿en qué consiste una espectroscopia? Gredilla sonríe y nos lo explica con calma: «Consiste en dirigir hacia la muestra ondas de una longitud especial, que emiten una señal». Esta nueva señal, esta nueva información, se coteja con los datos antiguos obtenidos mediante las técnicas tradicionales, para de esta manera «conseguir una matriz de datos a la que se le aplican algunas estadísticas», proceso que se conoce como quimiometría.

«Mediante la quimiometría hemos conseguido algunos modelos matemáticos» que funcionan a modo de «tabla de los diez mandamientos» a la hora de determinar el nivel de concentración de los catorce metales que se pueden encontrar en los sedimentos de la Ría del Ibaizabal.

De cara a futuros análisis, el objetivo del equipo de investigación de la universidad vasca es «poder nutrirnos directa y únicamente de los datos que obtengamos de la espectroscopia hecha con los rayos X» y, de este modo, utilizar esos nuevos datos para conocer la concentración de metales en los sedimentos, utilizando la tabla de matrices antes citada. De esta manera, la muestra no se desgasta, no queda inservible y puede ser usada en futuras investigaciones, evitando así la recogida de nuevas muestras agresivas con el medio ambiente.

Curiosos paralelismos

En el trabajo de Silvia Fernández, que después inspiraría a Ainara Gredilla, se hacía un seguimiento de dos años (2005-2007) de la Ría bilbaína, con muestras recogidas en ocho puntos de sus riberas.

En la tesis de la joven investigadora, el tiempo durante el que se recogieron muestras fue el mismo (2008-2010), aunque el trabajo de campo fue mucho más extenso: en total, se recogieron sedimentos en 49 zonas diferentes de la desembocadura del Nerbioi, y se hizo tanto en marea baja como alta.

Los resultados obtenidos, más completos que los cosechados en el anterior estudio, arrojaban una conclusión sorprendente: «Al analizar los datos, observamos que la cantidad de metales en la ría había disminuido», aunque «la tendencia a reducirse, esto es, la velocidad con la que el agua se depuraba de metales, era prácticamente igual» explica Gredilla. Las diferencias existentes entre ambos estudios únicamente eran palpables «en detalles o en un estudio mas pormenorizado».

Estas dos tendencias en los estudios demuestran que la inversión hecha en la recuperación y limpieza de la ría durante estas dos últimas décadas «han dado resultado, han sido efectivas», como reconoce la investigadora. No obstante, matiza, «el agua del Nervión, aunque haya conseguido reducir su porcentaje, todavía tiene demasiada cantidad de metales».

Estas cantidades desproporcionadas, se deben, en gran parte, al gran impacto medioambiental del desarrollo industrial que se dio a ambos lados de la ría durante las décadas de los años 60 y de los 70. Todas las industrias de la época utilizaban la ría como colector común, dejándola contaminada de todo tipo de metales y productos nocivos. De aquella época se mantienen todavía muchísimos sedimentos en el fondo fluvial. Sedimentos que siguen liberando muchísimos metales al agua y son muy difíciles de eliminar, ya que la única opción es el dragado. «Una opción cara, complicada y que liberaría una cantidad importante de metal al agua», advierte Gredilla.

espectroscopia

La utilización de rayos X y rayos infrarrojos para medir la cantidad de metales en los sedimentos de la ría del Ibaizabal permitirá reutilizar esas muestras las veces que sean necesarias.

tablas

Los datos obtenidos mediante la quimiometría permiten elaborar matrices de datos, fundamentales a la hora de analizar la cantidad de metales (que se mide en ppp) que hay en los sedimentos fluviales.

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