Sin olvidar que los mitos surgen de una base real, la frase «Kolosala izango da» era un eslogan. Pero un eslogan que auguró lo que después nadie se ha atrevido a poner en cuestión: una movilización probablemente sin precedentes en este país. Y, al igual que el gran paso que supuso la manifestación del pasado año marcó un comienzo, la del pasado 7 de enero marcó un hito en el camino en que se convirtió aquel paso. Pero no ha sido el final de nada. Al contrario, debe ser un acicate para mantener y extender una dinámica que ha de ser imparable. Al igual que en los dos últimos años el nivel de movilización y de participación social ha sido patente, al igual que entre el 8 de enero del pasado año y el 7 de enero de este esa participación ha dado un salto más que evidente, el reto, el insoslayable reto, es continuar esa dinámica movilizadora, trasladar a los pueblos, a los barrios, a todos los ámbitos ese masivo compromiso que se visualizó en Bilbo hace una semana. La iniciativa Egin Dezagun Bidea continuará su interlocución con los agentes para seguir ampliando el consenso en torno al respeto de los derechos de los presos políticos vascos, pues el compromiso mostrado por la sociedad vasca no puede quedarse en un solo día, sino que ha de ser una actitud permanente. El próximo día 27, último viernes de mes, entre otras citas, será una buena ocasión para demostrarlo.