Mikel INSAUSTI

Negrísima y original comedia cubana que recupera el origen caribeño de la temática de los muertos vivientes, captado por el maestro Jacques Tourneur en los años cuarenta con “Yo anduve con un zombi”. Pero en la isla ya no puede quedar memoria de ello, y lo gracioso es que los protagonistas de “Juan de los Muertos” nunca saben a lo que se enfrentan, ya que la versión oficial dice que se trata de disidentes. A la nueva plaga propagada en teoría por el imperialismo yanqui se enfrenta un grupo de sobrevivientes habanero, y, tal como afirma el improvisado líder del título, después de haber sobrevivido a Mariel, a Angola y al Periodo Especial no se va asustar por otra nueva contrarrevolución. Acostumbrados a hacer de la escasez una virtud y a salir adelante con lo puesto, estos resistentes montarán su pequeño negocio eliminando a los contaminados por encargo. Es así cómo el humor picaresco cubano aporta al género fantástico una dimensión insólita, nunca antes vista dentro de una película de zombis.

Todo resulta divertido en “Juan de los Muertos” porque la actitud de Juan y los suyos es imperturbable, sin que pueda acontecer nada que les altere su relajado ritmo vital. De hecho, la invasión zombi, no perturba su lúdica cotidianidad culminada cada día por el acto de tumbarse en una hamaca para ver desde su azotea la puesta sol, con la ventaja de que el definitivo derrumbe de algún vetusto edificio mejora aún más la panorámica general. Ahora bien, cuando hay que deshacerse de los cadáveres andantes que pueblan las calles de la Habana Vieja y del Malecón, sus particulares métodos aprendidos en las peleas callejeras acaban siendo de lo más fulminantes. Las coreografías de lucha lo son en todo el sentido de la palabra, pues hasta incluyen números de baile con pareja de vivo escurridizo y muerto hambriento. Es un son vacilón que está en el propio diseño de los personajes que acompañan a Juan en su delirante aventura: los entrañables Lázaro, Vladi California, La China y El Primo.