Es probable que, con más de dos meses y medio de primera vuelta y ocho jornadas por delante -descontamos los dos duelos entre las dos parejas referencia-, llegue el día en el que los astros se alineen y se dé esa conjunción astral que permita ver caer a Irujo-Barriola o Aimar Olaizola-Beroiz ante rivales que, hoy por hoy, parecen a años luz, pero mientras, la afición pelotazale parece resignada a soportar partidos como el de ayer en Mungia, donde el partido estaba decidido antes de comenzar.

Que se lo pregunten si no, a la cuadrilla de corredores desplazad hasta la localidad vizcaina que, con 0-0 en el marcador, se desesperaban ante la imposibilidad de cruzar una apuesta, a pesar de cantar momios de 100 a 25. Pero nadie estaba dispuesto a arriesgar lo más mínimo por los azules. Y bien que hicieron. Lo malo fue que no hubo ni siquiera la más mínima señal para que nadie se animara.

Espejos curvados

La confianza es algo que se trasmite y es uno de los elementos indispensables para que se dé esa combinación ganadora. Aparte tienes que tener un gran día y que tus rivales no estén especialmente acertados.

Sin embargo, para desgracia de Aritz Lasa y Zubieta, todas esas condiciones se sucedieron, pero al revés, y en esa tesitura, el frontón ahora azul de Mungia se convirtió en una especie de sala de espejos curvados, de esos que deforman la realidad, haciendo que los buenos parecieran mucho mejores, hasta el punto de llegar a parecer inalcanzables, mientras que los defectos de los otros se ampliaran prácticamente hasta la caricatura más soez.

Al margen de nombres, parece incuestionable que en las dos parejas referencia el campeonato ha pillado en un momento especialmente dulce a los dos delanteros. Desde el primer tanto, Irujo tomó el mando del partido, se plantó en el cuadro cuatro y desde allí hizo y deshizo a su antojo.

Con un solo error, en una pelota retrasada y bien arrimada de Aritz Lasa, Abel Barriola quedó en un segundo plano, mucho más discreto, pero tampoco le hizo falta más, ya que el asedio que podría temer por parte de Zubieta no fue tal.

Tras dos semanas de dudas sobre el estado de su derecha, el zaguero de Etxarri aseguró al término del partido que no había tenido ningún problema en su herramienta, pero ya fuera por la falta de confianza o por jugar con más taco de lo habitual, su derecha no tuvo el brillo de otras tardes y se le vio más cómodo de zurda. Aritz Lasa, ayer lo intentó, pero comenzó reñido con la chapa y nunca llegó a hacer las paces. Así, los tantos azules se convirtieron en anécdotas jaleadas por pelotazales ávidos de mayor emoción.