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Epi Zurimendi, Noemi Bergantiños Integrantes de Parte Hartuz

Asambleas de barrio en Laudio: un recuerdo a sus orígenes

Es por ello, ahora que estamos a las puertas de una segunda transición política, que es este un momento señalado para recordar aquel acontecimiento

Mañana, 21 de enero, se cumplen 35 años desde que un grupo de concejales, de la última corporación municipal predemocrática, presentaran a sesión plenaria la propuesta «Alternativa de Gestión Municipal». Se trataba de una iniciativa de (cómo mínimo) cogestión, que de la mano del grupo de concejales elegidos a través del tercio familiar, planteaba buscar soluciones a un creciente número de problemas estructurales que afectaban al conjunto del municipio. Tras someter la moción, a instancia de la Alcaldía, al análisis del Organismo Jurídico Administrativo de Álava, resultó aprobada y, como consecuencia de ello, se activaron, por vez primera en el municipio las Asambleas de Barrio. Se trata sin duda de un hito en la historia de las asambleas de barrio, probablemente, en toda Euskal Herria.

Es por ello, ahora que estamos a las puertas de una segunda transición política, que es este un momento señalado para recordar aquel acontecimiento, no solo por el hecho de su repercusión sobre las actuales Asambleas Municipales de Barrio en Laudio, y la estructura política municipal, sino por lo que pueden aportar a experiencias análogas más allá de nuestras fronteras municipales.

La filosofía de la «Alternativa de Gestión Municipal» se basaba, en primer lugar, en la primacía de los valores democráticos sobre los partidistas -«creemos más en la democracia social que en la política», decían los impulsores-; en segundo lugar, en la voluntad de generar escenarios de corresponsabilidad cívico-institucional; y, en tercer lugar, como síntesis de lo anteriormente dicho, en la idea fundamental de que es preciso construir una comunidad política basada en valores republicanos, entendidos estos como la idea fuerza de personas ocupadas por los asuntos públicos.

Estos fueron sus pilares esenciales, aunque las discrepancias posteriores entre los partidos políticos acerca de cuál debía de ser el papel que la política partidista debía desempeñar en la vida institucional, frente o al lado de las herramientas organizativas de la «Alternativa», hizo imposible la continuidad del novedoso proceso recién iniciado.

Más adelante, un giro en las pretensiones de quienes defendían el modelo de la «Alternativa» posibilitó el reconocimiento de las Asambleas como un órgano consultivo municipal de base mixta; es decir, una estructura en la que los agentes técnicos, políticos y ciudadanos pueden trabajar en común las cuestiones públicas. Fue el Reglamento de 1999 el marco normativo que hizo posible la subsistencia de las Asambleas de Barrio hasta el presente y su marcha imparable al futuro.

Carece de importancia, al día de hoy, desde nuestro punto de vista, el hecho de que los contenidos del acuerdo plenario de 1977 chocaran con la irrupción, y la interpretación que algunos hicieron de esta, de los partidos políticos en la transición hacia la democracia. Seguramente, cada parte tuvo sus razones en ese debate, aunque el perdedor momentáneo fue el modelo participativo, que quedó durante un largo período de tiempo arrinconado. Sin embargo, los tres principios filosóficos anteriormente mencionados han pervivido a través del tiempo hasta alojarse en el espíritu de las actuales Asambleas Municipales de Barrio, tanto en el detalle de sus presupuestos organizativos -el Reglamento de 1999- como en el recorrido de la revisión metodológica, iniciada en octubre de 2008, y que continúa intensa en el ciclo que ahora se ha iniciado. Lo que sostenemos que reflejan todas las voluntades, manifestadas en el despliegue continuado de las Asambleas, es la búsqueda de una ciudadanía nueva, comprometida y para la que las cosas públicas, desde la responsabilidad, importan mucho.

Hay otro aspecto que nos gustaría resaltar. Se trata de ciertas similitudes entre la «Alternativa de Gestión Municipal» y el recorrido que las «Asambleas Municipales de Barrio» han emprendido a finales del año 2008, y aún perdura. En ambos períodos de tiempo, la participación se ha convertido en un reto sin descanso, de tal modo que está sujeto a «desbordes», a iniciativas en las que no solo se pretende consultar a la ciudadanía, sino que trata de construir un marco estable en el que la ciudadanía puede debatir y llegar a acuerdos sobre sus prioridades con la parte institucional. En este sentido, en la construcción del conocimiento sobre la realidad, la opinión técnica y política se mezcla con la ciudadana y se alumbran escenarios futuros interesantes; no es otra cosa que la interacción entre todos estos agentes en la construcción del que podríamos denominar, «saber» o «conocimiento» municipal. Las decisiones municipales no se pueden construir sobre la base del olvido o la ignorancia de las aportaciones vecinales, y, aun cuando estemos ante propuestas erróneas, imposibles, parciales o innecesarias, la institución en su totalidad tiene la obligación y la responsabilidad de responder, de un modo siempre razonado, a las inquietudes ciudadanas.

Este hilo conductor de las Asambleas de Barrio deposita su mirada en el futuro y... en el recuerdo, en el nombre de quienes hicieron posible las Asambleas de Barrio en Laudio: Jesús García De Miguel, Pablo Gorostiaga González, Vicente Abiega Garrastachu, Juan Manuel Goitia Solaun, Pedro María Bilbao Mendizabal, Gerardo Hernández Obeso, Esteban Pérez Herrero, Juan Antonio Urquijo Espada y Manuel Espido Couceiro. A todos ellos, mila esker!

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