«Oro negro» es el sueño largamente acariciado por el productor tunecino Tarak Ben Ammar, desde que comenzara a colaborar con los rodajes de Hollywood en su país, a partir del de «La guerra de las galaxias». Ya a mediados de los 70 contempló la posibilidad de un proyecto cinematográfico basado en la adaptación de la novela escrita en 1957 por Hans Ruesch bajo el título de «Arab», y posteriormente editada en castellano como «Al sur del corazón». En aquella época, el cine de aventuras se fijó en este escritor, y así Henry Hathaway hizo «Hombres temerarios» o Nicholas Ray «Los dientes del diablo». Hoy en día estaba un tanto olvidado, hasta que la consolidación de Tarak Ben Ammar como productor internacional ha posibilitado el rodaje en Túnez y Qatar. En este segundo país le ha salido un socio deseoso de imitar el ejemplo tunecino y atraer producciones extranjeras hacia las localizaciones qatarís.

«Oro negro» llega a manos de Jean-Jacques Annaud porque Tarak Ben Ammar se entera de que el cineasta francés pretende filmar en el norte de África una película sobre la invasión de Libia en el siglo XIX por marines estadounidenses, y no tarda en convencerle de que la novela de Hans Ruesch permite una mayor espectacularidad, a la vez que conecta históricamente con la estrecha relación entre el conflicto en Oriente Medio y la disputa por la riqueza de los yacimientos petrolíferos.

El siguiente paso fue encontrar un actor de origen árabe con carisma, una especie de nuevo Omar Sharif. El elegido fue Tahar Rahim, quien tiene ascendencia argelina y que se consagró internacionalmente al protagonizar «Un profeta». Su papel es el del heredero que se pone de parte de su padre biológico, cuando éste se enfrenta al emir rival bajo cuya tutela se educó desde que fuera tomado como rehén. Dicha rivalidad es encarnada por Mark Strong y Antonio Banderas, siendo el segundo el conocedor de la existencia de petróleo a principios de siglo en la llamada franja amarilla, un territorio neutral que pasa a ser objeto de litigio.