Quienes se quejan, sin ninguna razón, de que en el mercado interior sólo se hacen películas sobre la Guerra del 36 o la posguerra y el franquismo, se extrañarán de que haya una película que recrea a la División Azul. No es para menos, porque nunca se han visto trasladadas a la ficción las interioridades de aquel ejército compuesto por 18.000 soldados. Si el tema ya supone una novedad en sí mismo, lo es más aún al servir de fondo a un thriller con asesino en serie, narrado en la tradición del cine negro sobre investigaciones criminales.

La novela original de Ignacio del Valle se mueve en ese complejo entramado de lealtades forzosas y traiciones, debido a que la División Azul no estaba únicamente compuesta por voluntarios falangistas, sino que había también republicanos obligados a alistarse para limpiar su expediente o salvar de una condena a familiares perseguidos por el régimen. Dentro del represivo proceso paranoico se incluía igualmente a los masones, ya fueran de derechas o de izquierdas, lo que añade a la trama una atmósfera de secretismo.

«Silencio en la nieve» es un thriller doblemente violento, porque a la crueldad de la guerra suma la acción sesgada de un asesino en serie que marca con sangre mensajes en los cuerpos de las víctimas, hasta componer la macabra oración infantil: «Mira que te mira Dios, mira que te está mirando, mira que te has de morir, mira que no sabes cuándo». Y, por extensión, si hay un episodio especialmente encarnizado durante la II Guerra Mundial, ése es el de la Campaña de Invierno con el Ejército soviético cortando el avance de las tropas nazis.

Los duros paisajes helados han sido localizados para la película en Lituania, mientras que los interiores se rodaron en la Ciudad de la Luz.