El abandono de Azawad alimenta una nueva ofensiva tuareg
Combatientes tuareg han tomado de nuevo las armas denunciando la marginación por parte del Gobierno de Mali, que ha hecho crecer a Al-Qaeda en Azawad, el territorio de los tuareg en el norte de Mali. El conflicto libio también ha alimentado la nueva revuelta.
Pablo RUIZ DEARETXABALETA
El incumplimiento de los acuerdos de paz firmados hace tres años entre el Gobierno de Mali y grupos tuareg y la expansión de los grupos de Al-Qaeda que amenaza el desarrollo de la economía se han unido a la ya histórica discriminación económica y a la pérdida de identidad cultural del pueblo tuareg. La llegada de excombatientes tuareg en el conflicto libio, donde apoyaron a Muamar Gadafi, ha sido el último ingrediente de un cóctel que ha llevado a los movimientos independentistas a tomar las armas de nuevo.
La ofensiva iniciada el lunes es el mayor movimiento de este tipo desde hace tres años. Los rebeldes aseguran que tomaron hasta cuatro ciudades -Menaka, Anderamboukane, N'Tillit y Tessit- y atacaron varios campamentos militares.
La operación fue respondida por el Ejército con el uso de helicópteros y aviones de combate. El Gobierno de Bamako esperaba la ofensiva y temía el rearme paralelo al regreso de los combatientes en Libia.
A finales del año pasado, los tuareg insistieron en exigir el reconocimiento de su pueblo y el derecho a un Estado independiente. Y diferentes movimientos, entre ellos el Movimiento Tuareg del Norte de Mali y el Movimiento Nacional de Azawad se unieron para crear el Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MNLA).
Bamako también se movió y en los últimos días el Gobierno del país ha enviado a más de un millar de soldados al norte de Mali junto con tanques y aviones de combate, según el MNLA, que recibió este paso «como una invitación a la guerra por parte de las autoridades malienses».
Azawad es la región de cultura tuareg situada al norte de Mali. Según el miembro de la dirección del MNLA Bohada Magdi, el objetivo de esta organización es «fortalecer las relaciones entre las comunidades de esta zona con un proceso democrático que condena la violencia». Se presenta como un espacio para la reflexión, la reivindicación de los derechos humanos y la protección de los integrantes de las comunidades tuareg y su patrimonio histórico.
Pero no oculta que «también es la continuación de la lucha frente a las amenazas y la discriminación por parte del Gobierno de Mali». Recuerda que desde el final de la colonización francesa las fronteras artificiales impuestas han derivado en «exclusión política, económica y étnica». Las dos revueltas más importantes de los tuareg, en 1963 y 1990, fueron reprimidas por los nuevos estados. El MNLA denuncia «limpieza étnica y violaciones sistemáticas de los derechos humanos». Magdi recuerda que cada revuelta terminaba con acuerdos de paz -1991, 1992, 1996 y 2008-, que el Gobierno de Mali incumplía. En 2009 se firmó el último de ellos con la mediación de Argelia. Incluso varios cientos de combatientes tuareg escenificaron una entrega de armas.
MNLA: «Mali utiliza la inestabilidad»
Pero el MNLA denuncia que el Gobierno maliense ha hecho dejación de la seguridad, la sanidad y la educación, lo cual, junto a la discriminación económica, tiene graves consecuencias sobre la vida de tres millones de tuareg. Pero, además, el abandono ha abierto la puerta «a los carteles de la droga y a los grupos como Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI)», asegura. A su juicio, esta situación de inestabilidad cuenta con la complicidad del Ejecutivo de Mali, «que al mismo tiempo, la instrumentaliza para justificar el bloqueo a la región y la continuación de las políticas represivas de las últimas décadas».
Bohada Magdi presentó el MNLA en Canarias a comienzos de mes, y allí hizo un llamamiento a la opinión pública internacional para que tenga en cuenta «este conflicto olvidado y ocultado» y pidió una respuesta solidaria a las instituciones supranacionales y de derechos humanos «para evitar no solo el drama humanitario sino la desestabilización del Sahel por parte del integrismo islámico y los carteles del tráfico de drogas y de personas». La situación de la zona es uno de los temas conflictivos en la campaña de las elecciones presidenciales que se celebrarán en abril y en las que el actual presidente, Amadouy Toumani Touré, es el favorito.
Las fronteras de la descolonización han dividido a la población tuareg en los estados de Mali, Níger, Argelia, Libia y Burkina Faso y han dejado a Azawad en el espacio geopolítico del África subsahariana, cuando ellos se identifican con la Tamazgha, los amazigh del norte de África, cuyo territorio original iba de Canarias a Egipto. Este pueblo se ha dedicado tradicionalmente a la ganadería y al comercio con grandes caravanas. Hostil a toda colonización, hoy los 4x4 han sustituido a los camellos. Las sequías de los años 73-74 y 84-85 diezmaron los rebaños, trajeron el hambre y empujaron a muchos de los «hombres azules» a las ciudades, a Argelia o a Libia. En este país, Gadafi los acogió e incluso los incluyó en su Ejército. Al regresar, algunos se unieron a la lucha contra los Estados de Níger y Mali. La lucha del movimiento de liberación tuareg no solo le enfrenta a los estados. Algunos portavoces han anunciado ofensivas militares para expulsar a Al-Qaeda de Azawad, que amenaza el turismo en la zona, la principal fuente de ingresos de la comunidad tuareg actualmente. Pero Bamako recela de la reacción tuareg y teme que incremente la lucha por la independencia. GARA