Si ayer incluíamos en este repaso diario a los medios la pataleta de un columnista de «estrelladigital» al inicio de la tamborrada, hoy servidora no tiene más remedio que seguir por la misma senda. Porque el tratamiento que el «El Mundo» dio a los primeros compases de la fiesta es para enmarcar. El diario de Pedro J. le dedicaba una página entera y un pequeño apunte en la portada, titulando la información principal de esta guisa: «Bildu ampara que la fiesta sea un acto de propaganda de los presos de ETA». Realmente, lo que el alcalde Juan Karlos Izagirre defendió es que cada una viva la fiesta como quiera, con respeto y normalidad, y reivindicando lo que a cada cual le parezca oportuno. Pero para el cronista de «El Mundo» «el entorno abertzale aprovechó ayer la connivencia del Gobierno de Bildu en San Sebastián para politizar el día grande de la ciudad y convertir el inicio festivo en un acto multitudinario de propaganda en favor de los presos de ETA». Es curioso cómo lo que casi todas y todos ven con toda naturalidad algunos plumillas lo envuelven en sombras y misterio. Connivencia dice...

Luego, en un despiece titulado «Estampas del `atrezzo radical'», sostenía que «la inconografía abertzale había ido perdiendo peso en los últimos años, acompañado al mismo tiempo de un mayor control policial» y recordaba que «hace dos años la Ertzaintza realizó una ronda puerta a puerta en todos los pisos y locales de la plaza de la Constitución para advertir a sus inquilinos de que se expondrían a imputaciones judiciales si exhibían `soportes ilegales', si bien en el último momento un grupo de personas invadió el perímetro de la plataforma principal». Y claro, le parecerá bien que policías vayan puerta a puerta amenazando a las vecinas y vecinos y coartando su libertad de expresión. Si eso no es «politizar la fiesta», que baje San Sebastián y lo vea. Pero luego se lamentaba de que «ahora, la izada de la bandera de San Sebastián ha recuperado la estampa de anteriores épocas con el amparo de Bildu, que defiende como `legítimo' que se reivindiquen los derechos de los presos». ¿Acaso el periodista cree que no es legítimo? Una diría que las donostiarras son ahora más libres de hacer lo que quieran. Aunque a algunos les fastidie.