Raimundo Fitero
La risa floja
Si no fuera porque Mercedes Milá y su GH, vuelve a tener presencia en nuestra oportunidad de envilecimiento nocturno, por lo menos una vez a la semana, pero con presión diaria en todos los programas de la cadena, uno debería estar preocupado, o por la lluvia que ha impedido tamborradas, o por el precio de las angulas, o simplemente por la vorágine de citas, frases, acciones y reacciones que los que llegaron para solucionar la situación económica están convirtiendo en una serie de humor, pero del malo, o del peor. Y la que se nos avecina parece ser como para no hacer muchas bromas.
Es más, hasta Pedro José Ramírez, tan propenso a entender como nadie a la derecha española más reaccionaria le tuvo que recriminar en vivo y en directo a Cristóbal Montoro, que no se riera de esa manera, que estaban tratando de algo muy serio. Era tan serio como que anunciaba la subida de impuestos, lo contrario de lo prometido en la campaña electoral, y lo decía jactándose de que había engañado a los socialistas. Y venga a reírse, pero con esa risa floja que solamente un tipo de estas características puede tener. Una risa que escondía no tanto maldad, como adicción. Al poder, a la economía de mercado, y quizás a algo más, de tal manera que no está de más preguntarse: ¿Bebe el señor Montoro? ¿Bebe mucho, poco, lo normal, o le sienta mal?
Porque desde que volvió a ser ministro, teniendo un escudero en Economía que también anda suelto por ahí soltando globos sondas la mayoría de las veces en contradicción con Montoro, este último no hace otra cosa que contar chistes malos. Lo de amenazar con procesos judiciales y prisión para los que no cumplan sus designios de déficit y control del gasto, es el mejor de todos. En todos los ayuntamientos, comunidades autónomas y ministerios gobernados por el PP, se escuchan carcajadas que asustan hasta a los gatos más asilvestrados. Carcajadas que a veces se congelan, porque de repente les entra también la duda metodológica, ¿bebe Cristóbal o está respaldado por el silente Mariano? Y la risa floja se les convierte en la voz del enajenado mental que va a sacar en cualquier momento la recortada o la recortadora, o ambas a la vez.