Fraga ha muerto en la cama y de viejo, igual que Franco, pero después de adecuar su memoria franquista a una democracia cobarde que le permitió vivir en la libertad política que él asesinó con estados de excepción, condenas a muerte y crímenes de Estado. Fraga ha muerto y lo único que se me ocurre pensar es que ha vivido más y mejor de lo que se merecía. La imagen de una vejez decrépita tiende a mitigar los horrores del pasado y a ser complaciente con quien los cometió y así se ha demostrado en los vergonzosos artículos y tertulias donde se ha recordado a Fraga como un artífice de la democracia. Como ministro de la Gobernación, en marzo de 1976, dio carta blanca a las fuerzas de seguridad para disolver a tiros una asamblea de trabajadores en Gasteiz y asesinar a cinco obreros. Curiosamente, el «dato» se ha borrado del curriculum que de Fraga han relatado políticos y periodistas. No resulta extraño. Es lo que se puede esperar después de 36 años andando por la política, sin ser detenido, juzgado y condenado por terrorismo de Estado. De todos los despropósitos cometidos, el más denunciable ha tenido lugar en el programa «Ni más ni menos» de ETB. Primero se llamó a la Asociación 3 de Marzo para participar en un debate sobre Fraga. Después la entrevista se redujo a una intervención telefónica y por último se recomendó al portavoz que no hablase como Asociación sino como un ciudadano «anónimo». Al no aceptar se suprimió su testimonio. La verdad y la exigencia de justicia debe de considerarse en ETB lo mismo que en la prensa del 76, «propaganda subversiva». No creía que la sombra de un viejo fascista muerto fuese tan alargada.