La estructura del crucero Costa Concordia, que encalló ante las costas de la isla italiana del Giglio el pasado día 13, se desliza a un ritmo constante de 7 milímetros por hora. Los continuos movimientos del crucero obligaron ayer a interrumpir durante casi todo el día los trabajos de rescate de los buzos, aunque por la tarde se retomaron las tareas de inspección en la parte que no se encuentra sumergida.

Además, las constantes amenaza de fuertes marejadas hacen temer sobre la estabilidad del barco, pues las corrientes y el oleaje podría empujar al casco hacia el fondo del mar, al encontrarse a pocos metros de un abismo de unos 60 metros de profundidad.

Mientras tanto, un robot teledirigido por cable, que envía imágenes a la superficie busca a las personas que todavía se encuentran desaparecidas.

El capitán del crucero, bajo arresto domiciliario acusado de homicidio culposo múltiple, abandono de nave y naufragio, declaró ayer que estaba dispuesto a asumir «responsabilidades» si se confirma que cometió algún error que provocara el naufragio del barco. Francesco Schettino aseguró a la jueza que avisó a la naviera, Costa Cruceros, de la colisión contra las rocas minutos después de producirse el accidente y que pidió la intervención de un remolcador y que evacuaran al pasaje por helicóptero.

Dos nuevos accidentes

En Holanda y Turquía ayer ocurrieron dos nuevos accidentes, con tres cargueros implicados. En Holanda el barco de carga Aztec Maiden, de bandera filipina, sufrió un accidente frente a las costas de Wijk aan Zee y quedó varado con riesgo de sufrir fugas de combustible. En Turquía, en el estrecho de Bósforo dos cargueros chocaron y uno de ellos corre el riesgo de hundirse.