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the guardian, Editorial 2012/2/1

Afganistán: la gran mentira

(Traducción: GARA)

Joseph Goebbels decía que si dices una gran mentira y sigues repitiéndola, la gente eventualmente llegará a creérsela. La gran mentira repetida sobre la guerra en Afganistán es que la ISAF y las fuerzas de seguridad afganas están haciendo retroceder a los talibanes. Es la línea de Hillary Clinton. Es la misma línea, repetidamente advertida, en los informes mensuales sobre los progresos en el terreno que hace públicos el Foreign Office (...).

Contrasten eso con lo que los militares de EEUU piensan en privado: «Aunque los Talibán sufrieron severamente en 2011, su fuerza, motivación, financiación y competencia táctica sigue intacta... Muchos afganos se están preparando ya ante una eventual vuelta al poder de los Talibán». Así dice el informe basado en 27.000 interrogatorios de 4.000 miembros sospechosos de pertenecer a los Talibán y al-Qaeda que fue filtrado a «The Times» y la BBC. (...) Cada detalle de este informe socava la noción de que una estructura nacional afgana construida por la ISAF pueda sobrevivir a la retirada de las tropas extranjeras.

Esto no quiere decir que en algunas zonas funcione. Pero los agujeros de este tamiz son lo suficientemente significativos, y tienen más que ver con la identidad y la legitimidad que con las tácticas militares: la continua habilidad de los talibanes para conectar con la población local, y ello tras más de 11 años de conflicto. Los ataques en el este de Afganistán han subido un 800% (...) El informe de EEUU desmiente la noción de que la política de asesinato de los comandantes talibán de nivel medio (los raids nocturnos son a menudo poco más que escuadrones de la muerte) está teniendo ningún efecto duradero en una organización que retiene la habilidad para moderar selectivamente sus ataques de cara a incitar una salida más rápida de las fuerzas de la OTAN.

(...) Los Talibán no están dando muestras de encontrarse forzados por las bombas a sentarse en una mesa de paz. Los insurgentes creen que su voluntad es más fuerte que la de los extranjeros que luchan en su suelo. En algún momento, esta verdad debe ser reconocida.

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