Análisis | evitar los sustos con la renta fija
La renta fija no es sinónimo de riesgo cero
La inversión en renta fija no es la panacea tiene sus riesgos porque el abanico de productos que se cobijan bajo ese paraguas es amplio. En este análisis se explican los detalles para estar prevenido ante lo que creemos que son inversores seguras. En la oficina de una entidad financiera nos proponen una lista de activos muy conveniente para los cliente conservadores, aquellos que se contentan con sacarle un rendimiento moderado a sus ahorros.
Alberto CASTRO Analista bursátil
La renta fija no es algo parecido a un depósito a plazo, aunque así quieran venderlo. Al contrario, en muchos casos activos calificados de ese modo pueden llegar a ser más peligrosos que las mismas acciones. El abanico de productos que se cobijan bajo ese paraguas es amplio y cada uno tiene sus propias características. La renta fija sólo es tal cuando se compra un producto a un plazo concreto, con un interés definido y al vencimiento pactado se recupera el dinero invertido sin más condiciones. En verdad, no todo, puesto que la operativa exige el pago de comisiones. Pero esto es teoría, dado que hasta los estados más potentes podrían también no cumplir con sus pagos de intereses en situaciones extremas «los temidos default», ya no impensables a la luz de los acontecimientos de los últimos años.
El camino de entrada a estos productos siempre suele ser el mismo. Disponemos de una cantidad de dinero, ahorrado durante años de sacrificio y trabajo, al que deseamos sacarle alguna rentabilidad para mejorar nuestra posición económica. En la oficina de una entidad financiera nos proponen una lista de activos muy conveniente para los clientes conservadores, aquellos que se contentan con sacarle un rendimiento moderado a sus ahorros sin estar expuesto a grandes riesgos de minoración de su patrimonio. Lo más habitual es optar por fondos de inversión de renta fija, títulos del Tesoro y productos de empresas privadas. También nos harán ofertas de fondos de inversión garantizados a un determinado plazo y que, en ocasiones, presentan ventanas de liquidez sin costes para el partícipe a pesar de no alcanzarse el vencimiento.
Algunos inversores, no avisados ni suficientemente informados, se extrañan de que sus fondos de renta fija acumulen pérdidas. Pero no es nada excepcional, ya que las gestoras de fondos invierten en productos vivos, en los que la rentabilidad está sujeta a la evolución de los intereses resultantes en las subastas sucesivas de deuda del Estado y a las negociaciones de los títulos en el mercado secundario.
Por tanto, la política de inversión determina la clase de productos a integrar la cartera, donde se tendrá en cuenta, entre otras cosas, la fecha de vencimiento, la evolución de la calidad del emisor y las variaciones de los tipos de interés.
Estos tres factores, por tanto, guiarán sus acciones dentro del mercado secundario con el fin de obtener las mayores rentabilidades para los partícipes y para la propia gestora, que cobra distintas comisiones por este trabajo.
De los tres factores, el más determinante es la evolución de los tipos de interés, que afecta directamente al valor de las carteras de los fondos en su cotización diaria. Es sencillo: si los tipos de interés disminuyen en un momento determinado, los títulos comprados anteriormente se revalorizarán, mientras que en sentido opuesto, si aumentan, el precio de los títulos caerá en el mercado secundario.
También modifican las cotizaciones de estos títulos el tiempo que resta para el vencimiento, puesto que a más largo plazo la incertidumbre es mayor y la volatilidad es más alta. Tampoco es desdeñable, sobre todo por los tiempos que corren, el riesgo de la calidad crediticia del emisor. Si se rebaja su ráting, en el mercado secundario pedirán mayor rentabilidad en consonancia con el aumento del peligro asumido.
Por tanto, estas variables esenciales hacen que las participaciones de los fondos de renta fija no sean, en realidad, nada fijas, al estar expuestas a las alteraciones de los tipos de interés y a la capacidad de los gestores para obtener rentabilidades positivas.
Además, si en la cartera del fondo se integran productos de renta fija privada, las alteraciones pueden ser mayores todavía al entrar en juego nuevos riesgos, sobre todo el de la solvencia del emisor para cumplir con la devolución del préstamo.
De todos modos, se debe saber que en caso de quiebra de la entidad financiera, el patrimonio de los fondos de inversión pertenece a sus partícipes y está fuera de los balances de los bancos o cajas. Es decir, quedaría al margen de complicaciones que sí afectarían, por ejemplo, a los depósitos. En este último caso, estarían cubiertos por el Fondo de Garantía, aunque la cantidad provisionada es infinitamente inferior -menos de 7.000 millones de euros- al montante total de los depósitos de familias y empresas, que se valoran por encima de los 1,1 billones.
Los títulos del Tesoro ocupan el lugar más destacado en el ránking del riesgo bajo, aunque no siempre es así. Si compramos estos títulos -letras y bonos-, con la intención y la posibilidad de esperar hasta el vencimiento, los intereses prometidos y el capital inicial acabarán en nuestra cuenta. Los intereses, según la clase de deuda pública elegida, se pueden cobrar al inicio -letras- o de forma periódica -bonos y obligaciones-. En el caso de los títulos de renta fija privada -pagarés, bonos, obligaciones-, los mecanismos de remuneración y la devolución de las cantidades invertidas varían de un emisor a otro, e incluso entre las emisiones de una misma empresa.
Sin embargo, si por cualquier incidencia nos vemos obligados a recuperar el dinero antes de la fecha pactada para la amortización, deberemos asumir el coste de esa decisión. Venderlos en el mercado de deuda pública es la única vía, por lo que corremos el riesgo de obtener un precio inferior al de la adquisición. Pero si el momento del mercado es favorable y la evolución de los intereses es bajista, podríamos lograr un beneficio superior al esperado.
Por su parte, los títulos privados (empresas, bancos y Administraciones territoriales) se negocian en el mercado de renta fija AIAF. Desde mayo de 2010 se puso en marcha la plataforma electrónica SEND para facilitar la intervención de los inversores particulares.
Pese a todo, la garantía del Estado sigue siendo asumida casi como insuperable. Así, si deseamos comprar títulos del Tesoro podemos utilizar dos opciones. Bien a través de la apertura de una cuenta en el Banco de España para anotar los títulos o bien mediante la intermediación de una entidad financiera. En ambos casos lleva aparejados gastos por la compra y la amortización.