Juan castillo | COORDINADOR GENERAL DEL PIT-CNT DE URUGUAY
«Hay que generar conciencia colectiva para luchar y ganar»
Pasó por Euskal Herria, invitado por la Fundación Ipar Hegoa y LAB. Juan Castillo es el coordinador del PIT-CNT de Uruguay. Un conglomerado sindical que agrupa a 350.000 trabajadores. Han conseguido mejoras con los gobiernos de izquierdas, pero quieren avanzar hacia el socialismo.
Juanjo BASTERRA |
¿Cómo está viviendo el proceso de cambio en Uruguay?
Estamos en un proceso político interesante de cambio. Uruguay tiene 181 años de vida, como nación independiente y como república, y 174 años hemos sido gobernados por los mismos partidos políticos representantes de la burguesía y de la «rosca» financiera, el Partido Colorado y el Partido Nacional, ambas expresiones de la derecha. Esta vez está aconteciendo que vamos por el segundo período del gobierno de izquierdas. Se cumplió con los cinco años de 2005 a 2010 con Tabaré Vázquez, y desde 2010 está gobernando Pepe Múgica, compañero guerrillero, que estuvo 13 años preso. Como representante sindical reconozco que Uruguay está mejor que hace 10, 20 y 30 años.
¿Va bien a nivel económico?
Ha crecido el producto, ha mejorado la economía y el desempleo se ha reducido a la más mínima expresión (5,5%). Hemos recuperado poder adquisitivo frente a los anteriores gobiernos neoliberales. Pero lo más importante para los trabajadores es que hemos vuelto a recuperar derechos. Es fundamental, porque la profundización democrática en nuestro país debe pasar por la conquista de derechos laborales y legislativos para el conjunto de los trabajadores, para que, con esos instrumentos, seamos quienes generemos el proceso de cambio.
¿Uruguay transita al socialismo?
A pesar de esto Uruguay es un país capitalista, su sistema está regido por un proceso capitalista. Este gobierno de izquierdas del Frente Amplio no tiene una propuesta programática de socialismo. Para eso hemos empezado a colocar elementos que tiendan a profundizar en ese proceso. La unión de los trabajadores en el PIT-CNT marca en el punto uno de sus estatutos que el objetivo es construir una sociedad sin explotados ni explotadores. Eso es el socialismo. Trabajamos para un proceso de cambio con base socialista, pero todavía no tenemos las bases necesarias. Por eso estamos empujando, movilizando y luchando para, en primer término, como ha resuelto el primer congreso que terminó recientemente, avanzar en la redistribución de la riqueza.
¿Todavía hay mucha diferencia entre ricos y pobres?
Sí, porque aun habiendo dado esos datos de mejora económica y productiva del país, hay que decir que el decil más alto de la población uruguaya se apodera del 50% de la riqueza del país. Y, en cambio, los dos deciles más bajos de la población sobreviven con el 5% de la riqueza. Hoy Uruguay está mejor, pero los ricos siguen siendo ricos y han concentrando gran parte de la riqueza, fruto de la explotación de los trabajadores que sobreviven con las migajas que en este reparto les ha tocado. Para alcanzar una más justa distribución de la riqueza, obviamente, estamos en un proceso de acumulación de fuerzas, de ir generando paulatinamente cambios en nuestra sociedad.
¿La crisis afecta a Uruguay?
No somos ajenos a la crisis. No nos confundimos de que tengamos un momento transitorio positivo en nuestra región. El que está en crisis es el sistema capitalista. En esta crisis ha sido incapaz de dar respuesta a los habitantes del planeta en general. Se regenera y se nutre de sus propias contradicciones. No tiene problemas para hacerlo. Poblaciones enteras y continentes enteros los pone a unos contra otros. Fruto de la contradicción del sistema son las concepciones imperialistas, que dicen cuanto es hora de la paz o cuando se puede bombardear, como lo han hecho en Libia.
Por eso, decimos que América está mejor a pesar de la crisis. Esta leve mejoría no es ni más ni menos que una nueva arquitectura del capitalismo, que ha hecho que el precio de las materias primas se hayan elevado a nivel tal, con lo que quienes somos exportadores nos veamos transitoriamente beneficiados.
¿Es una solución firme?
No, no quiero vivir en un continente que genere sólo materias primas para la explotación industrial de los grandes centros económicos del mundo. Nuestra demanda y pelea es por colocar valor agregado a nuestros productos, que se desarrollen nuestras industrias, que aparezcan puestos de trabajo sostenibles, no a cualquier costo.
¿Se refiere a lo que ha ocurrido en décadas anteriores?
En la década de los 70 estuvo sembrada por las dictaduras fascistas en América. La resistencia de nuestro pueblo, la forma de organizar a nivel popular tuvo en forma conjunta el haber derrotado a las dictaduras por parte de las movilizaciones sociales a un coste muy grande con miles de desaparecidos, de presos, de exiliados. Cuando conquistamos la democracia en la década 80 y 90 aparece el neoliberalismo y el Consenso de Washington, aplicándose a rajatabla por nuestros gobiernos cipayos porque entonces, privatizaron y enajenaron la soberanía y nos situaron en las peores condiciones. Una vez alcanzada la unidad social y política nos permitió, otra vez, generar las condiciones para empezar a construir conciencia colectiva. De esta manera, los pueblos empezaron a votar a Hugo Chávez; a Evo Morales, un indio, en Bolivia; a Rafael Correa, en Ecuador; a un obrero metalúrgico en Brasil, Lula Da Silva; a un guerrillero en Uruguay. Es decir, los pueblos, fruto de la lucha y la movilización colectiva, generamos gobiernos revolucionarios, de izquierdas, progresistas, pero gobiernos con las concepciones neoliberales anteriores.
Quiere decir que se necesita avanzar más en ese camino.
Estamos en esta etapa que no resuelve los problemas por sí solos. Distan mucho de ser gobiernos con justicia o procesos democráticos. Porque sigue habiendo hambre, miseria y una distribución de la riqueza injusta. Necesitamos echar raíces. Necesitamos un rol que hoy nos permita tener una mirada más tranquila. Ver lo que sucede en Europa es repetir el mismo plato de sopa fría que nos dieron allá, y decir esta película ya la vi. Lo que le está pasado a los pueblos, a la clase trabajadora de Europa no es, ni más ni menos, lo que nos pasó en la dos décadas anteriores a nosotros.
Sabiendo eso, ¿cómo se tiene que fortalecer la clase obrera europea, por ejemplo?
No quiero sentar cátedra. Quiero que se entienda mi respeto a los pueblos y a las organizaciones, pero creo que acá hay mucho trabajo por hacer. Cuando uno llega a Europa y la primera noticia que ve en un periódico es que algunos sindicatos, en nombre de los trabajadores, firman convenios que hipotecan la recuperación del salario, del poder adquisitivo, condenándole a la baja sin la más mínima resistencia ni lucha, creemos que estamos frente a muchas dificultades.
¿No ocurriría hoy en Uruguay?
También lo hemos expresado públicamente, si en Uruguay hubiésemos firmado un convenio a la baja, tendríamos que haber firmado por una puerta e irnos del país por la otra, porque los trabajadores nos harían trizas. Estoy viendo una Europa desde el punto de vista social y popular desestructurada. No pone en práctica, con la fortaleza que tendría que tener, la concepción solidaria. No puede ser que estemos mirando durante una año consecutivo las luchas del pueblo griego, su represión y el costo de vida y que el resto se dedique a enviar una misiva de apoyo y reconocimiento. No puede ser que uno vea al movimiento sindical de Portugal peleando en distintas condiciones y que el resto le estemos observando, porque es como si la alegría fuera por barrios. Le toca a otro, me quedo quieto; le toca al vecino y me quedo quieto; y, cuando vengan a por mi, ya no voy a tener ni la lucha ni la concepción solidaria del resto de compañeros del movimientos sindical. La crisis fue generada por el sistema, por las instituciones y los gobiernos. Nos tenemos no sólo que defender, sino generar una alternativa de cambio real.
¿El capitalismo divide e individualiza para ganar?
Así ocurre. La respuesta tendría que ser en conjunto y unitaria. Tendría que ocupar el espacio movilizador y colocar propuestas creíbles y certeras a la población para que nos devuelva la esperanza. A mi me parece que la esperanza está teniendo una mella importante en la gente y dificulta ver una salida a los problemas. Por el contrario, estoy convencido que la clase trabajadora, esa que dijo Marx que no tiene nada más que perder que las cadenas, ahora la están poniendo a prueba. La llamada a la unidad de los trabajadores del mundo, esa necesidad de tener amplitud de miras y de convocarnos a todos los sectores sociales y políticos, tiene que empezar a marcar las luchas y presentar alternativas.
¿Es momento de confrontar?
No cabe duda. Es un momento de lucha y de establecer el debate ideológico, de confrontar ideas. Lo que ha quedado claro es que la socialdemocracia no ha sido capaz de dar una respuesta y ser alternativa al capitalismo y, en muchos casos, sus gobiernos han sido funcionarios del mismo. Podríamos resumir diciendo que muchos han conquistado el gobierno con discurso de izquierdas y se han bajado por la derecha.
«Esa leve mejoría que tenemos en América no es ni más ni menos que una nueva arquitectura del capitalismo, que ha hecho que el precio de las materias primas se hayan elevado a nivel tal que nos veamos transitoriamente beneficiados»
«La conciencia colectiva llegó una vez alcanzada la unidad social y política y, de esa manera, los pueblos comenzaron a votar a Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Lula Da Silva, a Pepe Múgica...»
«Cuando uno ve que aquí se firman convenios a la baja, con pérdida de poder adquisitivo sin la más mínima resistencia y lucha, creemos que estamos frente a muchas dificultades»
¿Hay un impulso sindical y revolucionario en América Latina de manera conjunta?
Participamos en el Encuentro Sindical Nuestra América (ESNA), donde tenemos en debate la palabra sindical porque quisiéramos que integrara todas las formas de expresión desde mujeres, jóvenes, estudiantes, indígenas, campesinos... Deberían de estar trabajando con nosotros para poner en práctica la unidad de acción.
¿Es el objetivo?
Sí. Es un enorme desafío, en América se trata hoy de profundizar en los cambios políticos, pero en ese continuo problema de la correlación de fuerzas que existe, mientras la burguesía y la oligarquía, quiere ir más hacia el centro y la derecha, nosotros tenemos que marcar el camino a los gobiernos que hemos sido capaces de colocar para que no dejen de tener puesta ni la mirada ni el sentimiento en la izquierda, que son las grandes mayorías que existen en este momento. No es fácil. Estamos poniendo en práctica la unidad de acción en el ESNA, que tiene representantes del continente con grandes luchas y acciones. Es un espacio de unidad y de lucha, para ir juntos en las propuestas de los derechos humanos, de tratar de impedir que el imperialismo estadounidense instale bases militares como vigías de nuestros países, defender la soberanía, luchar por la defensa del ALBA (Alternativa Bolivariana para los Países de América) o del medio ambiente. Son propuesta que estamos trabajando.
¿También para hacer frente a las transnacionales que tienen un peso específico importante en América Latina en este momento y en el pasado?
Están cómodamente instaladas, mientras obtienen riqueza. Cuando los números les empiezan a dar menos, abandonan y dejan la plantilla desamparada. Es lo que sucede con Spanair aquí en este momento. Ójala nuestros estados y gobiernos vean la necesidad de nacionalizar áreas estratégicas para que la multinacionales no se queden con el negocio en nuestros pueblos.
¿Se nota mucho la presión de Estados Unidos en América Latina?
Los gobiernos de los Estados Unidos de América sigue siendo tan imperialistas como siempre. Sueñan siempre con someter al resto de los países. No ha descansado. No cesa en su intento de apoderarse de la tierra. J. BASTERRA